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Juan Carlos Hernández

Al aire libre

YOSHIHIDE KIRYU 0, FLORENCE GRIFFITH 1, IAAF 2

 

Tengo bastante claro que para el aficionado medio el nombre de Florence Griffith es un referente. En cambio Yoshihide Kiryu no está en todas las cabezas. Yo les digo quién es: Yoshihide Kiryu es un atleta japonés que el pasado 29 de abril igualó el récord mundial júnior de los 100 metros con el asombroso registro de 10”01.

 

Y aún más, ese 10”01 es la mejor marca de todos los tiempos lograda por un chico de 17 años, ya que los otros dos júniors con ese registro, Darrel Brown y Jeffery Demps, la hicieron con 18. Yoshihide Kiryu es también el atleta con mejor marca mundial para chicos de 16 años, con 10”19. Confiemos que mantenga una progresión digna. Este es el vídeo del 10”01:

 

 

Pero después de que la noticia y los vídeos corrieran como la pólvora por los foros y las redes sociales llegó el jarro de agua fría. Resulta que el anemómetro no era el reglamentario para la homologación de récords. Es decir, el 10”01 sigue siendo la mejor marca de este joven japonés de 17 años aunque su nombre no acompañará a Darrel Brown como plusmarquista mundial júnior (ignoro el motivo pero los 10”01 de Jeff Demps tampoco).

 

Curiosamente, al menos para mí, la medición del viento (unos correctos +0.9) no es el problema; el problema es el aparato utilizado. Mi-no-comprender. Podría entenderlo si hubiera dudas sobre la medición o si hubiera sido muy en el límite reglamentario. ¿Pero arrebatar un récord mundial júnior por algo así? En fin…

 

Y que nadie piense que para la medición se utilizó una carraca sacada de un viejo cajón. He aquí unos fotogramas que muestran el anemómetro (A) y que demuestran que apenas soplaba viento durante la carrera (B).

 

 

Esta es mi opinión, que nadie tiene por qué compartir. Pero tras ver cómo la IAAF se la sujeta con papel de fumar cuando le da la gana me voy al otro extremo, a cuando a la misma IAAF le apetece tocarnos a los demás las partes nobles a dos manos y con lija. La historia cumple 25 años el martes que viene y se refiere al vigente (quizá eterno) récord mundial femenino de los 100 metros: los absurdos 10”49 de Florence Griffith en los Trials olímpicos de 1988 celebrados en Indianápolis.

 

 

Ya sé que para mucha gente del Atletismo el segundo apellido de Florence Griffith es “dóping”. Yo –al menos hoy– no voy por ahí. Todos sabemos que en julio y septiembre de 1988, en los Trials y en los Juegos Olímpicos, Florence Griffith  desintegró para siempre los registros de 100 y 200, triturando los dos récords mundiales y haciendo 16 carreras individuales estratosféricas, porque le daba igual si eran finales, semifinales, cuartos de final o primeras rondas. Y esas carreras están ahí, con dóping o con espaguetis y agua del grifo.

 

Este es el cuadro de esas 16 carreras individuales y las tres postas de relevos, dos de 4×100 y una de 4×400:

 

 

Aunque no quiero hablar de dóping, que es algo que me viene muy grande, sí hago esta concesión fotográfica. Esta fue la evolución del cuerpo de Florence Griffith de 1982 (22 años) a 1988 (28 años).

 

 

Pero yo he venido aquí para hablar del viento. Al lío.

 

Vaya por delante que aunque la IAAF no hubiera aceptado como válido el 10”49, Florence Griffith seguiría teniendo el récord mundial con 10”61 (+1.2) logrados en la final de aquellos Trials de 1988. Recordemos que hasta ese momento el récord mundial pertenecía a Evelyn Ashford con 10”76. Pero vayamos al meollo, ¿los 10”49 de Flo-Jo fueron ventosos o no?

 

La IAAF dio por buena una INCREÍBLE medición de 0.0 m/s en la primera carrera de los cuartos de final, la de Griffith y su récord, y también en la segunda carrera, ganada con 10”83 por Sheila Echols, una atleta cuyas siguientes mejores marcas son 10”99 (+1.3) y 11”00 (+1.2) hechas en la semifinal y final de aquellos Trials. Sorprendentemente, la tercera y última se corrió con +5.0.

 

 

A la vez, en un pasillo de saltos a escasos metros de la calle uno del anillo, se disputaba la final de triple salto. TODOS, el cien por cien de los saltos válidos de aquel concurso, fueron VENTOSOS, con mediciones que fueron de +3.3 a +5.2 en los mejores saltos de los ocho primeros. Gregorio Parra, histórico periodista presente aquel día, relataba que más o menos a la vez que el 10”49 hubo un salto con un viento medido en +4.

 

 

Sin embargo, según los técnicos de OMEGA y según aceptó la IAAF, durante dos carreras de 100 metros el viento se paralizó a 0.0, para ser +5.0 en la siguiente carrera. ¿El viento se paralizó? Repito: ¿el viento se paralizó? Pues no, no se paralizó.

 

Os invito a ver el vídeo de aquella carrera. Nótese que el comentarista da por hecho que la carrera es ventosa al ver el cronómetro:

 

 

 

Una vez visto hago constar estas capturas:

 

1. La de este juez y su bandera. Si volvéis a ver el vídeo observaréis el ventarrón que soplaba tanto antes como durante las primeras zancadas; ventarrón compatible con cualquier medición excepto 0.0.

 

 

2.Justo antes de la salida acercan la cámara a la atleta de la calle 6, Carlette Guidry. En su dorsal, ropa y flequillo se aprecia la presencia de ráfagas de viento; ráfagas compatibles con cualquier medición excepto 0.0.

 

 

3. En plena carrera vemos preparado a un saltador de triple, quizá sea el salto aludido por Gregorio Parra. Pongo el fotograma para mostrar lo cercanos que estaban el triple y la recta del 100.

 

 

Digo yo que además del informe de OMEGA la IAAF tendría la prudencia de ver el vídeo de la carrera, y a pesar de la obviedad el 10”49 de Florence Griffith sigue ahí, inmortal, agitando su melena al viento.

 

 

 

Pinceladas finas al deporte rey

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