I. INTRODUCCIÓN
Este post pretende ser la recopilación definitiva que demuestre que el récord mundial femenino de los 100 metros lisos (10”49 de Florence Griffith-Joyner en 1988) fue conseguido con un vendaval a favor, y bajo ningún concepto con un viento nulo de 0.0 m/s, tal y como fue homologada la marca tras las explicaciones, mitad absurdas mitad falaces, de los responsables de la medición.
Lo malo del trabajo que me voy a tomar es que no va a servir para nada aparte de entretenerme y entreteneros a algunos; es decir, a mí me gustaría que la World Athletics (IAAF hasta hace poco) reconociera el error de haber dado validez a un registro absurdo, borrase el 10”49 de la tabla de récords y considerase el 10”61 de la misma Florence Griffith como récord mundial. Pero sé que esto no va a ocurrir, es más, soy consciente de que la Federación Internacional sabe que aquella carrera fue ventosísima, que tiene todos los datos en su poder y, sin embargo, prefiere mantener un récord esperpéntico a dar marcha atrás. Y treinta y tres años después de la carrera mucho menos, supongo.
Este artículo, inicialmente escrito en el año 2015, está actualizado en 2021 porque hace unos meses compartieron en YouTube una grabación inédita de la carrera. Y con las nuevas imágenes se han puesto en relieve más evidencias de lo que sucedió y de lo que no sucedió aquel caluroso y ventoso día en Indianápolis.
Este es el vídeo que hemos visto desde 1988
Y este el que podemos ver desde 2020, que también incluye el anterior
II. HECHOS Y DATOS
Recapitulemos los hechos: a las 15.45 horas del 16 de julio de 1988, en los cuartos de final de las pruebas de selección olímpicas (Trials), la estadounidense Florence Griffith-Joyner trituró el récord mundial de los 100 metros con un registro de 10”49, al que OMEGA, empresa encargada de las mediciones, atribuyó un viento de 0.0 m/s.
Hasta ese momento el récord pertenecía a la también estadounidense Evelyn Ashford con una marca de 10”76. La marca personal de Griffith era de 10”89 (-0.1) conseguida tres semanas antes, y sus siguientes mejores registros eran un 10”96 (0.0) de 1987 y un 10”99 (-0.1) de 1984.
La de Griffith fue la primera de tres carreras de cuartos de final. En la segunda carrera de aquellos cuartos de final el viento también fue medido en 0.0 m/s, en una prueba ganada con 10”83 por Sheila Echols, una atleta cuyas siguientes mejores marcas son 10”99 (+1.3) y 11”00 (+1.2), hechas al día siguiente en su semifinal y en la final de aquellos Trials. Dos horas y media antes, en la primera ronda también hizo 10”83… con un viento de +3.9.
El “milagro” de dos mediciones consecutivas de 0.0 en una tarde huracanada se debió, según los responsables, a una incidencia perpendicular del viento en el anemómetro. “Sorprendentemente”, al igual que muchas mediciones de esa tarde, la tercera y última carrera tuvo un viento de +5.0.
Antes, durante y después de estas tres carreras, y a pocos metros en paralelo, se disputaba la final de triple salto. En la nueva filmación del 10”49 podemos comprobar lo cerca que estaban entre sí los anemómetros de la pista y del pasillo de saltos.
La cercanía entre ambos anemómetros me permite comenzar mi análisis con este vídeo del triplista Willie Banks, plusmarquista mundial en ese momento (17,97m en 1985). Pertenece al primer salto de la primera ronda de la final, unos 75 minutos antes que el récord de Griffith. Aunque ventoso, es el primer salto de la historia –legal o ilegal– por encima de los 18 metros: 18,06 (+4.9). Fijaos en la camiseta y el pantalón de Banks al principio del vídeo, antes de que comience a correr, y veréis el efecto que tiene sobre un atleta un viento de +4.9 m/s.
En la sexta ronda, Banks llegó a otro registro de fábula: 18,20m. ayudado por un viento a favor de +5.2. Siete atletas saltaron más de 17,50 aquella tarde. En total se hicieron 46 intentos válidos, de los que 43 fueron ventosos. La media de las 46 mediciones fue de 3.98 m/s, con una medición que alcanzó los +7.0 m/s.
Un detalle: durante la carrera del 10”49 llega a verse el marcador con una medición del viento en el triple salto: +4.3 m/s.
Comprobado, Robert Cannon acababa de saltar 17,63m (+4.3) en la segunda ronda, unos dos minutos antes de que se diera la salida a la carrera de Florence Griffith-Joyner. Y mientras Griffith destroza el récord mundial Johnny Washington está preparado en el pasillo para el que sería su mejor salto de la tarde: 16,10 (+4.5)
No sé cuántos saltos hubo hasta que se disputó la segunda carrera de los cuartos de final, pero las siguientes mediciones de viento en el triple salto fueron +2.8, +4.8, +2.0 y +4.2.
Algunos de los datos que he expuesto han salido de este espectacular informe para la entonces llamada IAAF del biomecánico deportivo Nicholas P. Linthorne: “The 100m World Record by Florence Griffith-Joyner at the 1988 U.S. Olympic Trials” de junio de 1995. Demoledor desde el primer párrafo. El informe empieza por la conclusión, desarrollada luego en decenas de páginas, de que durante la carrera del 10”49 de Florence Griffith-Joyner el viento debía soplar con una intensidad de entre +5 y +7 metros por segundo. Y durante la segunda carrera de cuartos de final, a la que también “regalaron” un 0.0, debió haber un viento a favor de entre +3 y +4 metros por segundo.
El principal argumento de Nicholas P. Linthorne se basa en un detalladísimo trabajo estadístico en el que estudia con precisión científica la influencia del viento sobre los atletas en docenas de carreras, desde los Mundiales de Helsinki’83 hasta los Juegos Olímpicos de Barcelona’92.
El estudio detalla que las seis atletas que pasaron ronda en la carrera del 10”49 (0.0) corrieron una media de 0”28 más lento en las semifinales del día siguiente (vientos de +1.3 y +1.6). Las cinco atletas que pasaron ronda en los cuartos de final ganados por Echols con 10”83 (0.0) corrieron en las semifinales 0”09 más lentas de media. Y las cinco atletas que pasaron ronda en la tercera carrera de cuartos de final (+5 de viento) corrieron las semifinales 0”14 más lento de media.
Aplicando la estadística a esos empeoramientos de las marcas se obtienen las velocidades teóricas del viento en las dos carreras a las que OMEGA atribuyó 0.0 m/s. Como ya se ha dicho, entre +5 y +7 para los 10”49 de Griffith y entre +3 y +4 para los 10”83 de Echols. Ya ha quedado dicho más arriba que esa misma mañana Sheila Echols había corrido su eliminatoria en 10”83, la misma marca que en los cuartos de final, pero con un viento de +3.9.
En el informe hay otro dato esclarecedor, dato que yo creo que cualquier aficionado familiarizado con estas cuestiones entenderá como concluyente: resulta que doce de las catorce atletas (las seis primeras de las dos carreras sospechosas) hicieron su marca personal del año 88, y en varios casos su marca personal de siempre, precisamente en esos CUARTOS DE FINAL con 0.0 de viento oficial.
Paradójicamente, la única atleta que no mejoró su marca personal en aquellos cuartos de final corrió en la tercera serie, la que se disputó con un viento de +5.0. Todas excepto Evelyn Ashford, la mujer que atesoraba la plusmarca mundial hasta unos minutos antes, arrasaron sus registros previos, anulados, esta vez sí, por el excesivo viento a favor.
Si en vez de mirar los registros de semifinales y final miramos los de las eliminatorias comprobamos una vez más la anómala mejora de 11 a 19 centésimas conseguidas “sin viento” respecto a carreras con +2.7, +3.2 y +3.5:
Griffith: 10”60 (+3.2)……..10”49 (0.0)
Williams: 11”07 (+2.7)…….10”88 (0.0)
Devers: 11”15 (+3.5)………10”98 (0.0)
Guidry: 11”24 (+2.7)………11”11 (0.0)
Sowell: 11”30 (+3.5)………11”19 (0.0)
Thompson: 11”53 (+2.7)…..11”35 (0.0)
Con todos estos datos encima de la mesa, y sumando un mínimo de sentido común, es lógico pensar que en esas dos carreras falló estrepitosamente el anemómetro. Dos mediciones de 0.0 en dos carreras consecutivas de cuartos de final en las que una docena de atletas mejora su marca, mientras a pocos metros de distancia las mediciones en el triple salto arrojan una media de +4.0 m/s no son improbables: SON IMPOSIBLES (en mi opinión).
Por supuesto no soy el único que piensa así. Con mucho más peso que yo tenemos a la “Asociación de estadísticos de Atletismo” (The Association of Track and Field Statisticians), que desde 1997 incluye la siguiente acotación para referirse al 10”49 de Florence Griffith: “@ Probably strongly wind-assisted, but recognised as a US and world record”. Clarito hasta en inglés.
III. EL VIENTO EN IMÁGENES
Me sorprende que no circule por Internet ninguna grabación con calidad perfecta de imagen, por lo que hay que conformarse con YouTube y, en mi caso, con las grabaciones de vídeo que hice en su momento y que son, al visualizarlas a través del DVD en el televisor, mi mejor herramienta de trabajo. La filmación aparecida en 2020 ha enriquecido las observaciones, así que voy a diseccionar ambos vídeos para mostrar por qué es imposible que los anemómetros no registraran la presencia del viento en aquellas dos carreras.
Faltan un par de minutos para la carrera. Florence Griffith (círculo rojo) hace un último trote. El triplista Johnny Washington (círculo azul) ya está en el pasillo de saltos. Y las carpas exteriores del estadio (círculo amarillo) se agitan con fuerza. Esta es la foto…
…Y este es el vídeo
Este es el viento que quieren hacernos creer que se detuvo milagrosamente a pie de pista durante dos carreras de 100 metros –mientras seguía soplando en el triple salto– o que sopló de manera perfectamente perpendicular al anemómetro durante esta carrera y la siguiente.
En esta fotografía previa a la salida vemos la melena de Florence Griffith tapándole la barbilla. El viento, en efecto, viene del lado izquierdo a las atletas. Queda abierto el debate sobre el ángulo de incidencia. Lo que no se puede poner en duda es que viento hay y sopla mucho, como corroboran, insisto, las mediciones en el triple salto.
Cuando las atletas se están colocando en los tacos de salida la cámara se centra en Carlette Guidry, calle 6. Junto a ella, en la calle 5, también se ve en parte a Florence Griffith. Fijándonos bien llegan a percibirse trazas del vendaval en todos los elementos con posibilidad de moverse: el dorsal, la ropa y el flequillo de Guidry, y en el adhesivo del muslo de Griffith y en su dorsal.
En este vídeo de 13 segundos se puede apreciar (mejor en pantalla completa) el movimiento de la melena de Florence Griffith en la posición de “listos”, así como la bandera que sujeta con la mano un juez colocado en la calle 5, detrás de las atletas:
Durante los primeros segundos de la carrera vemos a la izquierda de la pantalla, en una teórica calle 10, un voluntario de camiseta roja. Ojo, que en un momento algo se mueve. En el “a sus puestos” el chico tiene su acreditación sobre su hombro izquierdo
Se gira hacia su derecha para colocarse bien la acreditación
El viento vuelve a hacer volar la acreditación y vuelve a caer
Durante la posición de “listos” se gira hacia su izquierda
Y en las primeras zancadas el vendaval vuelve a colocarle la tarjeta sobre el hombro
Son pocos segundos pero se ve muy bien en el vídeo a velocidad normal:
Otro elemento móvil difícil de apreciar en YouTube es la chaqueta azul de este juez, que es zarandeada por el viento. También es cierto que la chaqueta evidencia la presencia de viento pero no la dirección del mismo.
Otra camiseta que muestra la presencia de viento es la camiseta verde de este juez sentado en la “calle 10”:
Este juez está en pantalla los cuatro primeros segundos de la carrera (muchos más a cámara lenta). En YouTube se ve, con dificultad y concentración, pero se ve. Tengo que reconocer que es con el DVD y el televisor cuando la evidencia es indiscutible. Pinchad en el vídeo (minuto 1’08”) y prestad atención a la camiseta verde
Las corredoras pasan junto a la carpa donde esperan su turno los saltadores de triple. En el vídeo del 10”49 se ve la gran agitación de un faldón. Os pongo unos fotogramas…
…Y el vídeo (minuto 1’15”)
Por si no está claro podéis apreciarlo en el vídeo de la final masculina, donde ya no hay triplistas bajo la carpa y se ve mucho mejor que eso que se mueve agitado por el vendaval es el faldón de la carpa (minuto 5’44”)
Florence Griffith alcanza una velocidad endiablada y la cámara se desplaza con ella, resulta muy difícil fijarse en más detalles hasta instantes después de que cruce la meta. Acabada la carrera cualquier evidencia deja de ser válida a efectos de la medición del anemómetro, pero no para este análisis de cuánto y cómo soplaba el viento.
En el nuevo vídeo Griffith cruza la meta y dos segundos después aparecen en pantalla varias personas con sus acreditaciones volando por el vendaval. Las más evidentes son estas dos
Cinco segundos más tarde entra en pantalla una bandera que tampoco deja dudas sobre el vendaval que soplaba en ese momento.
Si alguien puede creer que el viento se detuvo, que vea de nuevo el vídeo y se desengañe (en el minuto 0’40”)
Florence Griffith llega a meta y recorre casi media curva por inercia. Es alcanzada y felicitada por otra corredora. Ambas se dan la media vuelta y el viento nos deja otro rastro de su presencia a pie de pista en la melena de Florence Griffith.
IV. LA TEORÍA DEL VIENTO CRUZADO
Resulta tan obvio que durante la carrera de Florence Griffith sí había viento, y no poco, que los responsables de OMEGA se agarraron a la única explicación que les evitaba el sonrojo: había viento, sí, en concreto un viento de +2.8 m/s, sí, pero… incidiendo en el anemómetro de forma transversal a 91º, por lo que la medición de 0.0 sería la correcta.
Ignoro si aportaron alguna prueba que avalara este despropósito. Su argumento fue que revisaron los aparatos y las conexiones, y como no encontraron ningún error las mediciones tuvieron que ser correctas. Estas semanas he encontrado en un foro alguien que defendía esta teoría mostrando este fotograma como la prueba de que el viento soplaba transversal a la carrera de Florence Griffith:
Este crédulo forero está obviando –o no se ha dado cuenta– de que si la bandera está cruzada y transversal no es por el viento sino porque el juez está sujetando la tela con su mano derecha. Antes ya hemos visto una imagen de ese momento. Aquí os muestro otro fotograma parecido pero más claro que pertenece a la final masculina disputada 50 minutos más tarde.
Además del fotograma también podéis ver el vídeo pinchando aquí. Cuando el juez suelta la bandera sí puede parecer que el viento azota en transversal; pero habrá que pensar cuál era el ángulo real del viento porque hay una obviedad que demuestra que muy transversal no era: la medición del anemómetro marcó nada menos que +5.2 m/s a favor de los atletas.
Y aparte de las imágenes de la final masculina de los 100 metros o las decenas de mediciones ventosas durante el triple salto, tenemos otra evidencia. En estas fotos de la primera ronda (10”60, +3.2), dos horas y treinta y cinco minutos antes que la carrera del 10”49, vemos cómo el viento agita la melena de Florence Griffith prácticamente de la misma forma en ambas carreras. Con body morado el 10”49 (0.0), con body verde el 10”60 (+3.2)
El viento cruzado quedaba registrado en el anemómetro porque no era transversal.
Una segunda teoría que especula con el viento cruzado plantea la posibilidad de que durante las dos carreras de 0.0 el anemómetro estuviera mal colocado, con una desviación de 30º respecto a la línea recta de la pista, por lo que si el viento azotaba en diagonal a 60º la medición final sería 0.0. De esta teoría no voy a opinar nada porque si el anemómetro estaba mal colocado estaríamos ante un error de los jueces que debería haber anulado directamente cualquier validez de ambas carreras.
Tras comprobar y demostrar que con viento cruzado los anemómetros seguían registrando las cifras del vendaval (¡cuál sería la velocidad lineal del viento!), regreso al 10”49. El vídeo antiguo no dejaba lugar a la duda, pero para los más crédulos –si los hubiera– en el nuevo vídeo encontramos unas imágenes significativas y completamente definitivas que demuestran no solo la incuestionable presencia del viento sino que ese viento no llegaba transversal al anemómetro.
Quince segundos después de que Florence Griffith-Joyner cruza la meta (a los 50” del vídeo) la cámara enfoca el anemómetro y el marcador del 0.0, y reduce a patraña la explicación de Omega de los 91º, incluso la explicación del anemómetro mal colocado. El vendaval sacude con fuerza la pequeña aspa del anemómetro y su oscilación es concluyente e inequívoca. La calidad de la imagen impide calcularlo con precisión matemática pero se puede estimar que el ángulo de las ráfagas oscilaba entre 20 y 40 grados. Game Over.
V. CONCLUSIÓN
Mi conclusión es redundante, lo he repetido varias veces a lo largo de este trabajo: durante la carrera de 100 metros en la que Florence Griffith-Joyner detuvo el cronómetro en 10”49 y los encargados del anemómetro dieron por válida una medición de 0.0 m/s hubo un calamitoso error que nos dejó para la eternidad un récord mundial que nunca debió ser reconocido. Solamente un error pudo provocar que un vendaval que soplaba a favor de las atletas con un ángulo de 20-40º de incidencia en el anemómetro arrojara una medición de 0.0 m/s en las dos primeras carreras de los cuartos de final de aquellos Trials de 1988.
Banderas, flequillos, camisetas, acreditaciones, chaquetas, carpas… todo lo que podía agitar el viento durante la carrera de Florence Griffith aparece agitado ante nuestros ojos. ¿Cuántos metros por segundo de viento ayudaron a que Florence Griffith corriera 100 metros en 10”49? Yo no puedo saberlo. El biomecánico Nicholas P. Linthorne calcula que entre +5 y +7 m/s. Sin duda se acerca más a la verdad que el 0.0 oficial, aunque si me baso en mis propias observaciones yo estimo que el viento pudo soplar entre +4 y +5 m/s, algo parecido al viento que ayudó a los triplistas justo antes y justo después de la carrera.
Y me remito, para terminar, a la introducción. Lamento mucho que la World Athletics no borre de sus listas este récord absurdo sabiendo como sabe que durante la carrera soplaba un vendaval a favor de Florence Griffith-Joyner (Q.E.P.D.)