Unos amigos me han convencido para que escriba algo sobre la Behobia-San Sebastián. Yo me resistía porque mis experiencias en el asfalto y en carreras populares se pueden contar con los dedos de una mano; pero la fiebre behobiera está en su apogeo y me parece bien dedicar unos párrafos a una prueba que ha conseguido un calado deportivo-social incuestionable y que mueve a tantísima gente a calzarse unas zapatillas para correr por las calles. Y eso siempre puede llegar a ser el comienzo de algo más.
También me animo a escribir sobre la B-SS porque la corrí una vez. Fue en 1996. Tras estas dos frases que han hecho que me sienta como el abuelo cebolleta, añado que un año antes ya intentaron convencerme. Pero una carrera de veinte kilómetros era entonces a mi cerebro lo mismo que una de cien o de mil. El caso es que ese año me fui con unos amigos a ver la bajada de Miracruz, y aquella imagen de la marea humana me impactó tanto que me hizo entender que el Atletismo también existía fuera de la pista y un pequeño gusanillo se apoderó de mí. Cuando un año más tarde me volvieron a tentar, sucumbí.
Si algo he tenido siempre claro es que a esto de correr hay que tenerle muchísimo respeto y no hay que hacer nada para lo que no estemos preparados física y síquicamente. Saltarse esta norma es sinónimo irremediable de problemas. Y nunca, bajo ninguna circunstancia, hay que correr más rápido que lo que marca nuestro umbral. Hablando de circunstancias, sobre todo para quienes se marcan objetivos cronométricos, siempre debemos entender que no es lo mismo correr con lluvia, calor, frío, viento… No basta con “valer una marca”, hay que ser consecuente con las circunstancias del día concreto.
Haciendo memoria voy a plasmar algunos de los consejos que me dieron a mí en 1996 junto a algunas de las sensaciones que guardé de aquella experiencia. Si alguien le saca alguna utilidad, estupendo.
Calentamiento. Un breve calentamiento no hace daño a nadie. Hay que tener presente que casi desde el inicio hasta el kilómetro siete la carrera tiene una ligera cuesta arriba. Trotar ocho o diez minutos y hacer unos estiramientos suaves puede ser suficiente para tener el cuerpo preparado. Estamos en la era del chip y ya no es tan importante aquello de colocarse cerca de la salida.
Primeros metros – Primer kilómetro. El primer kilómetro lo carga el diablo. Es muy normal que la masa te lleve mucho más rápido que el ritmo correcto. A mí me parece un error garrafal que cometen corredores de todos los niveles. No es fácil abstraerse pero creo que merece la pena intentarlo. Aunque luego se ajuste el ritmo, un primer kilómetro 15 ó 20 segundos más rápido de lo debido es un lastre para el resto de la carrera.
Hidratación. También me parece importante no descuidarse, y dar ese trago de agua en los avituallamientos. Si no me equivoco, creo que en la B-SS están cada cinco kilómetros.
Gaintxurizketa. El primer tercio de la carrera ha sido cuesta arriba. Si se ha salido al ritmo adecuado y se ha mantenido el ritmo correcto hay que llegar a este punto ‘sin haberse enterado’. El que resople que se preocupe. El siguiente tramo, hasta llegar al puerto de Pasajes, es probablemente la parte más llevadera física y mentalmente.
Puerto de Pasajes. Nos acercamos a las tres cuartas partes de la carrera y llega una larga zona llana pero solitaria. Los kilómetros comienzan a acumularse en las piernas pero mentalmente hay que ir pensando que estamos mucho más cerca de la meta que de la salida.
Contadores. La subida a ‘Contadores’ a mí me traicionó un poco. No por la cuesta sino porque fui subiéndola convencido (engañado) de que al llegar a la gasolinera comenzaba la cuesta abajo, pero al llegar a ella me di cuenta de que hay que seguir subiendo hasta el restaurante Arzak (más o menos). Ánimo chicos y chicas, que esto ya “casi” está.
Miracruz. Quedan “sólo” tres kilómetros y comienzan cuesta abajo. Parece fácil, pero no. Los 17 kilómetros que llevas en la chepa pesan lo suyo y esa bajada te sacude los pies y las piernas como un felpudo. Cuidado, que aún se nos puede hacer muy largo lo que queda.
Avenida de Navarra. Un modestísimo corredor popular me dijo dos días antes de la prueba: “Juancar, como ya te habrán dado muchos consejos, yo sólo te voy a decir una cosa: la avenida de Navarra es cuesta arriba”. Una gran verdad y uno de los mejores consejos que recibí, porque yo me las prometía muy felices pero esa subida me volvió a sacudir las piernas.
Final. Ese tramo de avenida de Navarra, Zurriola y Boulevard se hace largo. Reitero la idea inicial del respeto que hay que tenerle a cualquier carrera, y más a una en la que si algo falla hay que esperar un año para corregir errores.
Disfrute. Tampoco hay que dejar de lado la parte lúdica de todo esto. Juntarse después de la carrera con familia o amigos para una comida o similar me parece la mejor manera de empezar a pensar en la B-SS del año siguiente, o en los próximos retos que cada cual se haya marcado.
En definitiva, la Behobia-San Sebastián me parece una experiencia que merece la pena probar. Mucha gente pone muchísima ilusión en esta carrera y eso deja la puerta abierta a grandes alegrías y a grandes desilusiones. Intentar hacer las cosas bien es mucho más fácil que conseguirlo y ahí es donde una cabeza bien amueblada marca la diferencia. Me alegro mucho de que hace trece años me convencieran para correrla, así hoy me he dejado convencer para escribir todo esto, mano a mano con Perogrullo.