Dan por supuesto muchos hombres –y algunas mujeres, desgraciadamente- que, a partir de los cincuenta, el deseo sexual disminuye en gran manera en la hembra de la especie a causa de la menopausia. Yo no digo que no se altere el cuerpo estando las hormonas mirando para Tudela, pero lo que sí aseguro –y no hay médico ni hijo de su madre que me lo discuta- que cualquier mujer sana puede seguir desarrollando una sexualidad más que satisfactoria a partir de la cincuentena. Sin eufemismos: que las ganas no se van ni con agua caliente.
Y esta verdad-verdadera parece que hay que documentarla científicamente porque la gente –la gente, siempre la gente- no sólo no se la cree sino que tiene tendencia a hacer mofa y befa de ella. Sin embargo, nadie pondrá en duda que un hombre cincuentón pueda seguir llevando bien alto el pabellón de su virilidad, etc.
Casos de mujeres “mayores” que mantienen relaciones gratas y duraderas con hombres mucho más jóvenes que ellas los hay a patadas. Y casos de mujeres más que “mayores” que siguen poniéndose el mundo por montera y disfrutando sin inhibición alguna del sexo también las hay, pero uno no se da cuenta de ello excepto que se les mire a los ojos que es donde se detecta ese brillo tan especial que todas nosotras sabemos de dónde proviene. (La próxima vez que leas el “Hola” le miras a los ojos a la duquesa del pelo blanco)
La sociedad se ha acostumbrado a pensar que se arrinconan las relaciones sexuales a partir de cierta edad, sin duda por la inevitable rutina y desgaste de los matrimonios o parejas “al uso” y eso es una falacia tan grande como la copa de un pino. El cuerpo humano es muy sabio, vaya que si lo es, y de la misma manera que nos demandará, hasta el último suspiro, que le proporcionemos comida y bebida, no da de baja ninguno de sus mecanismos hasta que el motor central se para (obviamente la enfermedad es la salvedad).
Así que le dije bien claro al amigote de la cena del otro día que se quejaba de su inactividad sexual, que lo que él tenía era inoperancia y punto. Y una mente bien cerrada y dos orejeras a los lados de su cabeza que le impedían ver que, afortunadamente para nosotras, las mujeres de más de cincuenta, hoy en día podemos dar una patada a un bote y nos salen siete. –Haz la prueba y verás-.
No sé si me entendió pero se quedó con cara de pensárselo. A veces hago mi buena acción diaria.
LaAlquimista
Para ver más: www.apartirdelos50.com