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Cecilia Casado

A partir de los 50

Lo que no cuento en este blog

          

 

            Hay que leerse a uno mismo para darse cuenta de las tonterías que se cuelan, los gazapos que corretean libres, los errores, en fin, en el fondo y en la forma. Hoy me tomo el tiempo de hacerlo y, zas, la primera en la frente.

           ¡Como si yo viviera en un mundo ‘piruleta’ donde todo es dulce y color de rosa, -o casi-, al que no llega el dolor circundante, la ignominia, la desgracia, los atentados constantes a la libertad y a la dignidad del ser humano! En definitiva, que puede parecer que cuento las cosas de una forma aséptica o, por lo menos, indolora. 

          Y no es cierto, claro que no es cierto. Yo vivo en una pequeña ciudad, rodeada de problemas pequeños, con una rutina pequeña, en un piso pequeño y tan sólo tengo grandes otras cosas, que son más conceptos que cosas en sí, pero que, sencillamente, no puedo relatar aquí. No es que me vista de pudores falsos ni me aferre al sentido íntimo y precario de la vivencia, tampoco es que oculte ‘secretos inconfesables’ como heroína de novela. Lo que ocurre, sencillamente, es que no vivo aislada sino que mis horas y mis actos suelen transcurrir en compañía: de mi familia, de mis hijas, de mis amigos, de mis colegas, de aquellos que me importan mucho y –qué remedio- de quienes no me importan apenas, así que no me queda más opción que ser prudente y discreta en la medida de lo posible. Me muerdo la lengua ‘escribidora’ más veces de las que me gustaría.

          Porque tengo penas y dolores que me enturbian las ganas muchas mañanas, la enfermedad me visita periódicamente con un calendario implacable, los sueños se me rompen igual que se me caen platos al suelo o se me corta la mayonesa, me levanto con el pie izquierdo más veces de las que me gustaría y tengo que recomponer el paso tropezando conmigo misma; no siempre me veo guapa y feliz, a veces canto y a veces blasfemo, me surge la rabia como una calentura al comienzo del verano y aúllo a la luna llena cuando no tengo donde hincar el diente o reposar mi cabeza.

           También veo a mi alrededor cosas que repruebo, tengo una crítica acerba hacia determinados comportamientos, un discurso poco transigente con ciertas actitudes, me codeo lo inevitable con cobardes y traidores, sé de mentiras y falsedades, de trampas y tramposos, de soberbias y vanidades, de malos amigos, de malos amantes, en fin, lo normal.

          Todo eso no lo cuento en este blog.

          En fin.

LaAlquimista

Dibujo: A.Arruti

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


febrero 2010
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