A mí me ha gustado mantener correspondencia desde siempre; al estilo ‘unamuniano’, con estilográfica y papel, pasé mi adolescencia y parte de mi juventud ‘carteándome’ con gentes de diverso pelaje y procedencia. Había entonces revistas para jóvenes donde escribías, dejabas tu nombre y dirección y en una semana el buzón estaba lleno de misivas. Banales o divertidas, interesantes o patéticas, halagadoras o francamente repulsivas, recibí –y contesté- a cientos de cartas. (Creo que las guardé en una caja enorme hasta que me casé). Pero era divertido, una forma de ‘conocer gente’ sin salir de casa.
Como ahora en la red. A ligar en bata y zapatillas. Aunque la función de mi ordenador ‘webcam’ creo que no la he activado nunca. ¿Te imaginas por la noche, ponerte a chatear con un señor de Murcia –guiño a Ninette- y que te vea la reparadora antiarrugas? Vamos, anda. (Los rulos y la bata boatiné son un tópico kistch que ya no se lleva. ¿o sí?). Ni hablar.
Aunque barato, lo que se dice barato, sí que es. Te ahorras los vinos, o las tapas o las copas de después de cenar. E higiénico, qué caray, todo hay que decirlo, que no tienes que aguantar que se te enrede el humo (soy exfumadora, jeje) en el pelo y la ropa y vuelvas a casa apestando a camionero (con perdón). Y lo fácil que es quitarte de encima a un moscón, con darle a la ‘x’ de arriba a la derecha basta y sobra en vez de estar dándole la espalda a un pelma que te pregunta -¿vienes mucho por aquí…?.
Y la imaginación… Antoñita la Fantástica al poder… es como tener una varita mágica en la mano (el tampax del chiste), puedo ser en un instante actriz de teatro, bailarina de danza del vientre, corredora de seguros –qué morbo da eso-, especialista en bodoques y punto de cruz, -alusión sexual-, cualquier sueño pendiente puede cumplirse durante unos minutos antes de desaparecer en las fauces de la noche.
Pero a mí me gusta que me escriban y poder contestar explayándome en la respuesta, ahondando en el alma propia y la ajena para establecer una conexión íntima de 6Megas. Como mínimo.
Cuando me vaya de este mundo no quedará huella de mis palabras. Ni de las de nadie que no hayan sido escritas en un papel.
En fin.
LaAlquimista