El otro día escuché esta frase genial de boca de una conocida –la barra de mi bar favorito, a esa hora en que Javi echa la persiana y te sirve los gintonics en ‘copa de lujo’ como dice él y sólo para ‘los de casa’-, mujer de más o menos mi edad (es decir, cincuenta rabiosos años) que contaba al personal el final de las batallas legales para obtener un divorcio tardío (¿cuándo es tarde para rectificar?).

El desparpajo le abundaba a la señora, lo garantizo, y una gracia de más al Sur evidenciaba el gusto por la charla distendida y el intercambio de opiniones sobre su ‘desgracia’. Pues nada, que le había soltado su contrario a la cara la noticia de que estaba con otra, pero no desde hacía un rato, no, sino desde hacía años así que habían hecho el divorcio expresss (lo pronunciaba como quien pide un café bien fuerte) y con una abogada buenísima que le había recomendado su cuñada que, dicho sea de paso, no puede aguantar al hermano por un asunto de la herencia del padre que…

Y a mí, que me encanta meterme en líos y jaranas le apostillé que sí, muy bien dicho mujer, a ver si te vas a quedar ahora sola con todo el poderío que llevas encima, que yo también me apunto a eso que has dicho, que a nuestra edad no nos conviene estar solas, que tenemos mal despertar y además ahora que ya hemos aprendido a cocinar a ver si se nos va a quedar la fonda vacía, que a mí también se me han ido las hijas de casa y, me lancé a fondo, venga, chin chin, hay que celebrar las sentencias de divorcio igual que las amonestaciones matrimoniales…

Al cabo de otro cuarto de hora ya éramos amigas ‘de toda la vida’, además de vecinas del barrio y Javi sacó la última por cuenta de la casa y cuando ya el humo se cortaba con cuchillo y tenedor y estaban quitando las calles nos miramos un segundo –la neodivorciada y la veterana- y como dos rayos lanzados por sendas espadas de caballeros Jedi se cruzaron las frases:

-¿Dónde queda la protectora de animales…?
-¿Dónde se consigue un buen novio…?

Al día siguiente ya no me acordaba qué es lo que pregunté yo.

En fin.

LaAlquimista