Hay conceptos que han muerto de inanición, de un olvido esperado y estúpido, agonizantes de su pura estulticia. Ya no existe el amor por el amor, ahora tenemos una balanza, una vara de medir, un índice homologado que indica si vale o no vale la pena poner toda la carne en el asador.
A mí es que la cebolla no me gusta, prefiero el tomate. Cójase una buena rebanada de pan y póngase a tostar. Cuando adquiera el tinte veraniego total frótese con un diente de ajo. A continuación refriéguese por encima de la superficie –todavía caliente- medio tomate reventón y añádase al final el chorrito sensual del aceite de oliva (vírgenes ya no quedan) y la pizquita de sal. Por encima de todo esto, el súmmum, el non plus ultra: una loncha de jamón ibérico.
Cualquier amor funciona con estos ingredientes, no hay noche que se resista –aunque sea la noche de un lunes- a esta sensualidad disparatada de la dieta mediterránea. Y que no nos vengan con zarandajas de que mañana hay que madrugar.
Porque lunes viene de Luna y de luna lunático. (Mutis por el foro).
En fin.
LaAlquimista