Con los años se va perdiendo la memoria al igual que se van perdiendo ilusiones y amores y da mucha rabia cuando te encuentras con la típica amiga que tiene ‘memoria de elefante’ y te dice aquello de: “Sí, mujer, acuérdate, que estábamos en un guateque en el 69 con Tito y Toti, era verano y tú llevabas aquel vestido horrible de florecitas que te había hecho tu abuela…” y le miras con tu mejor mirada ‘modelo katana’ y acabas diciéndole: “tú, no es que tengas buena memoria, es que te inventas las cosas…”
El caso es que he llegado a un acuerdo con mi memoria, hemos decidido –ella y yo- hacer limpieza general, sacar de los cajones viejos los recuerdos viejos, quitarles polvo y telarañas y aprovechar que el ayuntamiento recoge la basura todas las madrugadas. O sea: ¿las cartas de aquel novio que me dejó sumida en la confusión y el desamparo…?, a la basura. ¿las fotos de aquel verano en que todas iban con bikini y yo con bañador de faldita…?, a la basura. Sábanas, vestidos, zapatos, bisutería de mondondanga, flores secas, recuerdos secos, flores viejas, recuerdos viejos… todo al contenedor.
Para lo otro, para lo difícil y duro de olvidar, los desafueros, las traiciones, las mentiras, las zancadillas, las bofetadas, los desprecios y el desagradecimiento tenemos cita el próximo martes a las 9 de la mañana. Ella –mi memoria- sé que pondrá encima de la mesa mi lado oscuro, el gran saco donde están guardados los desafueros y traiciones que yo he cometido, las mentiras que dije, las zancadillas que puse, las bofetadas que di y los desprecios que inferí. Desagradecida nunca he sido, menos mal que me salvo de algo.
Una vez terminada la tarea –nada baladí, por cierto-, una vez realizada la criba, la limpieza anímica y espiritual, podré decir orgullosamente que yo me acuerdo sólo de lo que me interesa. Y con todo el derecho del mundo que a estas edades no conviene tener los armarios llenos de cosas que no sirven para nada.
En fin.
LaAlquimista