Cuando la desgracia les ocurre a otros nunca nos preguntamos porqué a ellos y no a nosotros; quizás consideramos que estamos tocados por una mano divina que nos protege, pero ¿somos capaces de hacer esta mínima reflexión?
Me sobresaltan las noticias que vienen envueltas en tragedias; cada día una como mínimo, terribles, dolorosas, casi siempre acompañadas de crueles imágenes –que evito mirar siempre que puedo-. El jueves desayunamos con el atropello por parte de un tren de un grupo de jóvenes que cruzaban la vía imprudentemente. La noticia era escueta pero había un link: “Imágenes de la tragedia”. ¿Cuántas personas lo abrieron? ¿Qué esperaban ver? ¿Brazos y piernas, cabezas y trozos de vida perdida que no tenían nada que ver con ellos?
Mi peor pesadilla sería que alguien querido falleciera en circunstancias trágicas y la prensa me regalara –día tras día- “imágenes dantescas” de un cuerpo amado ahora masacrado. No entro a pelear con códigos deontológicos que son defendidos a capa y espada por quien tiene que hacerlo; tan sólo me pregunto porqué a ellos y no a mí.
¿Qué pequeñas decisiones irreflexivas e instantáneas nos salvan –o nos hacen perder la vida-?
Cruzar con el semáforo en rojo porque “no viene nadie”. Coger el coche de vuelta a casa con el famoso “no pasa nada, yo controlo”. Hacer el amor sin preservativo porque la otra persona “es de confianza”. Meterse una droga dura para probar “sólo una vez”.
¿Cuántas veces, cuántas, hemos jugado a la ruleta rusa con el azar (no creo en el destino) y no nos ha tocado la bala? ¿Quién nos garantiza que siempre vamos a tener tan buena fortuna…, que las desgracias les van a ocurrir a los otros?
Pienso en el dolor de tantas familias, en esas existencias traumatizadas para siempre, en la locura que vendrá y me digo…sigue adelante, esta vez no te ha tocado a ti, es tan sólo otra desgracia ajena.
En fin.
LaAlquimista
“Tragedia” Pablo Picasso