1 de Julio de 2010. Han pasado treinta y seis años y cuatro meses desde aquel día en que me presenté –desbordante de ilusión- a aquella cita, cuyo recuerdo y fecha, quedarían para siempre grabados en los anales de mi biografía. Yo era entonces una joven enamorada, llena de fuerza e ilusión, con la ingenuidad suficiente como para creer que, con tesón y buen hacer, cualquier relación podía ser ‘eterna’. También creía que para ello la fidelidad era un arma mágica e invencible; así pues, fui fiel.
Hasta hoy. A partir de esta fecha soy libre de irme con quien quiera. Lo pone en unos papeles que me han dado y lo bien escrito bien se lee. A partir de hoy ya no tendré que acostarme cada noche con la presencia sutil –o no tan sutil- a mi lado de mi ‘dueño y señor’. A partir de hoy, cambiaré de escenario, los actores de esta comedieta que ha sido mi vida hasta ahora interpretarán otras escenas, se olvidarán pronto (imagino) de que estuve en su teatro, día tras día, durante los últimos treinta y seis años y cuatro meses.
Afortunadamente todo ha sido de común acuerdo, por lo que quedarán pocos rencores y rabias en el tintero; lo hemos hecho todo de manera civilizada. Aunque será inevitable que me guarde algunas nostalgias en el corazón durante algún tiempo todavía; no soy tan racional como para olvidar de golpe toda una vida, tantas horas compartidas, penas y glorias, las alegrías y las tristezas de vernos la cara todos los días. No será fácil de olvidar, no.
Hemos llegado a un acuerdo que beneficia a ambas partes: yo me voy y ellos se quedan. Donde yo creía que había cariño al final sólo ha contado el dinero. Una pensión de pre-jubilación y se acabó lo que se daba. Pero yo pienso celebrarlo. ¡Y cómo….!
En fin.
LaAlquimista