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Cecilia Casado

A partir de los 50

Los listos se perdonan a sí mismos

           

Los que hemos sido educados a golpe de crucifijo sabemos muy bien de los beneficios colaterales del saber perdonar. Lo de poner la otra mejilla ya no está tan claro, ahí la cosa empieza ya a chirriar, pero perdonar al que nos ha ofendido, con esa generosidad superior de los ungidos, ese día fuimos todos a clase.

Y no; no nos adoctrinaron bien. Omitieron–y no por olvido- lo más importante, el paso básico para llegar –quizás- al perdón universal pasando por la penitencia individual. Nos negaron la enseñanza de perdonarnos a nosotros mismos; antes bien, fomentaron el sentimiento de la culpa ecuménica para tenernos bien amarrados. Pero como esto no es un púlpito ni yo maestra de nada, ahí van varios ejemplos de los de andar por casa sin más ánimo que llenar el folio hasta el final.

-Perdónate a ti mismo por haberte equivocado al elegir al compañero o a la compañera para compartir la vida. Piensa que eras demasiado joven, demasiado inexperto, demasiado ingenuo. Piensa que tenías demasiadas ilusiones, demasiadas fuerzas, demasiadas ganas. Perdónate y prepárate para el nuevo amor.

-Perdónate a ti mismo por no haber triunfado en la vida como tus padres querían que triunfaras. Porque sus sueños no eran tus sueños y sus afanes no eran los tuyos. Recuerda que “tú eres tú y ellos son ellos”, y que quisieron manejar tu vida y tú te dejaste porque no te quedaba más remedio. Perdónate y prepárate para la próxima oportunidad.

– Perdónate a ti mismo por todas las tonterías que has hecho y todo el tiempo que has perdido. La vida da muchas vueltas y seguro que la próxima vez lo harás mejor.

– Sé magnánimo con este perdón porque lo necesitas para sacar fuerzas para seguir viviendo.

Y ahora que ya me he quedado a gusto con mi cuarto de hora de psicología del todo a cien, me voy a perdonar a mí misma el llevar toda la vida nadando contra corriente y para celebrarlo voy a la cita de los domingos por la tarde con mi confesor espiritual. Con mucho hielo y cáscara de limón.

En fin.

LaAlquimista

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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