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Cecilia Casado

A partir de los 50

ONG's de andar por casa

Ya no son lo que eran, las ONG’s, cuando entraron a formar parte de la cotidianeidad removedora de conciencias a la hora del telediario y era difícil sustraerse a la llamada incómoda del Pepito Grillo interior y, quien más quien menos, soltaba disimuladamente (o no) su billetito de 50€ y con esto ya hemos cumplido. Luego, pasó lo que pasó. Que vinieron los bulos y las verdades, las calumnias y las tentaciones y ya era difícil saber si el pequeño gesto contribuía más a calmar el propio desasosiego o la lejana penuria.

Y como todos necesitamos escuchar a esa vocecita que a veces interrumpe nuestro sordo caminar, se me ocurren algunas formas de dar salida al impulso solidario/filantrópico/generoso de una manera sencilla pero efectiva y sin muchas alharacas.

• “Ancianitos sin fronteras”. Organización no gubernamental que sólo necesita de una colaboradora: tú misma. Que no hace falta barrer kilómetros en el mapa para ayudar a los de lejos; aquí y ahora seguro que todos tenemos un ancianito con carencias –emocionales casi siempre-. Una tarde a la semana con sonrisa amorosa y buena disposición son suficientes. Puede que lo encontremos hasta en nuestra propia familia…

• “Humerus mundi”. Ofrezcamos un hombro –de los dos que tenemos- para que en él se apoyen y viertan sus lágrimas y tristezas el pequeño círculo de personas con las que nos relacionamos. Un espacio cálido, dispuesto y silencioso para acoger a quien lo necesite.

• “Orejas en acción”. Conviértete en una “escuchadora” amigable para quien precise sacar de las entrañas del alma el discurso doloroso que le aflige. Sin interrumpir intentando colar la propia experiencia, con la postura atenta de quien está verdaderamente interesado en lo que nos tienen que contar. Porque, escuchando, aprendemos, comprendemos, enriquecemos nuestra experiencia con lo vivido por el otro.

Estas tres son mis “oenegés” favoritas, hijas de cualquier madrugada desasosegada en la que –y espero que no me pase solamente a mí- a veces despertamos, bañados en lúcido sudor, sintiendo que esta vida, este tiempo nuestro, puede tener un atisbo de esperanza si sabemos compartir con los demás el amor que nos sobre. Que el dinero no sirve para eso.

En fin.

LaAlquimista

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


agosto 2010
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