El nombre de Julia Urquidi no me era desconocido cuando leí la noticia de su muerte el 10 de Marzo de 2010 ocurrida en Santa Cruz (Bolivia). Julia fue la primera esposa de Mario Vargas Llosa, la famosa tía de “La tía Julia y el escribidor”, aunque no fuera su tía tía, sino tía política por parte de padre.
Cuando leí el libro justo después de su publicación, no fue únicamente porque Vargas Llosa me pareciera un escritor genial, – ya había leído “La ciudad y los perros” “Los jefes y los cachorros” y la “La orgía perpetua. Flaubert y “Madame Bovary” que conservo en edición de Seix Barral de Abril de 1975 – sino porque me movía la curiosidad de conocer la historia amorosa tan atípica que habían vivido juntos.
Que un chaval de 19 años se enamorara perdidamente de su tía de 29 –recién divorciada-, que se enfrentara a toda la familia y se casara con ella marchándose juntos a Paris, me parecía el colmo del romanticismo. La historia duró nueve años pasando por todos los tópicos de la bohemia literaria en Paris, finalizando cuando el hombre –inquieto siempre- le fue infiel ¡con la propia sobrina de ella!- y la abandonó para casarse al cabo de un año con la joven y guapa dejando de lado a la mujer madura. Historia corriente.
Pero lo que me llamó la atención fue el trabajo de esa mujer apoyando al escritor, siendo su compañera y ayudante aunque detrás de él. – “ Yo lo hice a él. El talento era de Mario, pero el sacrificio fue mío. Me costó mucho. Sin mi ayuda no hubiera sido escritor. El copiar sus borradores, el obligarlo a que se sentara a escribir. Bueno, fue algo mutuo, creo que los dos nos necesitábamos”, dijo en una entrevista para El Deber, en Enero de 2003.
Me recordó esta historia la de otra gran mujer en la sombra, Zenobia Camprubí, esposa y colaboradora de Juan Ramón Jiménez, también premio Nobel de Literatura. Y surge inevitable el nombre de Rosario Conde, fiel secretaria de Camilo José Cela y quien rescató de las llamas el manuscrito de “La Colmena” a donde el escritor, en un ataque de rabia, había arrojado.
Qué verdad es que detrás de un gran hombre siempre ha habido una gran mujer. Mientras no se demuestre lo contrario.
Ayer, “el eterno candidato” al Nobel de Literatura dejó de serlo. Ahora le criticarán por motivos ajenos a su magnífica producción literaria. Me lo estoy temiendo.
En fin.
LaAlquimista