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Cecilia Casado

A partir de los 50

Se me ha metido el humo en el ojo

         

Todos mis amigos fuman. Bueno, no quiero ser exagerada; todos, no, únicamente el noventa por ciento, porcentaje ciertamente contundente. El caso es que como me da mucho coraje que me apliquen esa máxima de que los ex fumadores son intransigentes con los que fuman les demuestro –y me lo demuestro a mí misma también- que soy una persona flexible, comprensiva y tolerante. Por eso cada vez que estoy con alguno de ellos sonrío cuando encienden un cigarrillo y si estamos en mi casa les saco el cenicero. No sé qué más podría hacer.

Pero el caso es que me sienta fatal el humo del tabaco. No solamente porque me impregna de un olor dejado atrás hace muchos años y que ya no me parece agradable sino porque cuando me visitan en mi casa tengo luego que mantenerla aireada durante casi veinticuatro horas para que se quite el pestazo a tabaco.

¿Qué hacer? Porque mi prioridad es la amistad, obviamente, y por eso es por lo que no pongo pegas a que fumen en mi presencia, es decir, soy tolerante y amable. Ellos, también lo comprendo, no pueden hacer otra cosa que fumar, si se reprimieran se pondrían nerviosos y enfermos, pero el caso es que… yo no quiero volver a caer en el vicio del tabaco, dejar de fumar me costó dios y ayuda hace ya muchos años y fue una decisión –de las mejores- dura y drástica (como la mayoría de las que he tenido que tomar en la vida).

Cuando lo comento con ellos la respuesta siempre es la misma: “lo siento”. Y yo también lo siento, no saben bien en qué medida…

Esta situación imposible me coarta a la hora de hacer un viaje, de compartir un espacio cerrado, de celebrar una cena en mi casa. Cada vez aguanto menos los espacios llenos de humo, los busco al aire libre pero ahora se acercan los tiempos húmedos y fríos y es muy difícil hallar un bar o un café donde poder estar un buen rato charlando sin llegar a casa y tener que meterse de cabeza en la ducha para quitarse del cabello el olor a tabaco. (Amén de echar a la lavadora hasta los calcetines).

Ellos no pueden dejar de fumar y yo… yo no quiero volver a fumar y, sobre todo, no quiero cambiar de amigos. ¿Acaso os importo yo menos que el vaquero de Marlboro?

En fin.

LaAlquimista

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


octubre 2010
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