La vida está frecuentemente tan llena de grisura que me gusta permitirme la pequeña extravagancia de sacar excusas de debajo de las piedras para celebrar las cosas. Por eso escudriño el calendario inventándome aniversarios e instaurando “el día internacional del pre-jubilado”, “la semana de los amigos que se ven poco” o “el fin de semana de la hija que vive fuera”. Y hoy, cuando me he puesto a escribir, me he dado cuenta de que se cumple ahora un año desde que empecé con este blog de mis entretelas.

Doscientas setenta y dos mañanas me he asomado a esta ventana virtual escribiendo mis historiquetas, mis pensamientos y reflexiones; algunas veces he estado fina, otras, simplemente, me ha salido una boutade. –para contribuir al equilibrio de la cosa-.
Lo que sí he hecho ha sido, sin lugar a dudas, someterme a una especie de terapia psicoanalítica anárquica y ecléctica a la vez, siempre dentro de la contradicción más humana y de la que aprender observando(se).

Me he divertido y he hecho nuevas amistades. Eso ha sido lo mejor de todo, el regalo de haber conocido a personas-humanas de calidad que me han abierto su puerta y permitido descansar en un rincón de su casa. ¡Menudo lujo!
También me he llevado algún revolcón, como cuando te bañas en el mar y viene una ola y piensas que la vas a poder pasar por debajo y das varias vueltas de campana y apareces en la orilla con la boca llena de arena. De eso también se aprende.

No le voy a hacer la pelota a DV por haberme permitido ocupar un lugar de su espacio digital pero es obvio que algo han puesto de su parte. (Y de bien nacidos es ser agradecidos). Por lo demás, en este año de mi nueva vida he cambiado tanto, pero tanto, tanto, que si me leo retrospectivamente me saltan a la cara los pasos que he dado.
He aprendido a no tener miedo a casi nada porque lo peor es quedarse quieta parada y cuando te atreves a hacer lo que deseas la satisfacción que se siente por dentro da vergüenza contarla con palabras. Me he ido tomando el pulso y he sido jueza benévola de mi trayectoria vital; también le he visto las orejas al lobo (llenas de pelos que más dan risa que otra cosa) y he seguido tan campante mi camino. Así que –mientras me dejen- tengo la intención de seguir contando aquí lo que se me ocurra añadir a mi pequeña filosofía en zapatillas.

Para celebrarlo, me voy a coger una semana de vacaciones para ir a Paris, que tengo que comprar el calendario del año 2011 para la pared de la cocina y porque me lo he ganado a pulso.

Por fin.

LaAlquimista