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Cecilia Casado

A partir de los 50

Hogar, dulce hogar (pero menos)

Volver a casa. Buscar las llaves que han estado olvidadas durante la ausencia y respirar el olor que devuelve el espíritu a sus raíces. En la semi-oscuridad de persianas bajadas y postigos entornados recobrar las sombras de los objetos cotidianos, saludar a las plantas que han resistido el tiempo de espera acurrucadas en un punto de luz sobre su lecho de agua que han ido absorbiendo día a día, en un trabajo de supervivencia ajeno a ellas.

Apenas hay polvo que haya visitado la casa por no haber encontrado resquicios por donde colarse. Y un silencio como de abandono. Las casas también pueden ponerse tristes.

Retomar la vida en el punto mismo donde se dejó es un trabajo melancólico y quizás fútil. Como darle vueltas a la manivela de la vida para volver al mismo punto de destino, una sensación de no avance, de tiempo entre paréntesis que se queda parado encima de un mueble a la espera de su ubicación.

Como si, quien las habita, no hubiera envejecido en estos días lejanos, las habitaciones reciben al viajero que retorna sin un solo reproche; serenas y tranquilas abren sus brazos para ofrecer el regalo viejo y cotidiano, nada en ellas ha cambiado, el tiempo y el deseo detenido.

Sin embargo, es una imagen falsa pues lo que dejamos al partir ha esperado anhelante de tiempo nuevo, desgastando el sueño y el deseo, castigando la piel y arañando el alma con la necesidad de recibir los regalos que traen los buenos viajeros de sus viajes.

Todo lo malo que se deja al partir sigue agarrado a la espera del retorno y nada cambia, ni siquiera los vientos arrancan viejas nostalgias. Y las sonrisas, el amor, la risa y el canto han flotado en el mismo espacio esperando, también, nuestro regreso para, simplemente, seguir viviendo a nuestro lado, en nuestro hogar.

En fin.

LaAlquimista

Foto: C.Casado Fin del Veranillo de San Martin

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


noviembre 2010
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