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Cecilia Casado

A partir de los 50

Se acabó lo que se daba; a seguir currando

Hoy, 21 de Enero, van a respirar la mitad de los donostiarras; por fin podrán volver a llevar su vida normal –o tan complicada como ellos elijan-, recuperando el ritmo cardíaco habitual. La hostelería dejará de trabajar a ritmo subhumano y no tendrá más que contar sus dineros –los que pagaron y los que cobraron-; se acabaron veinticuatro horas (extras y festivas) para todos los que han tenido que trabajar para que el otro cincuenta por ciento de los donostiarras (los de toda la vida y los del equipo visitante) se divirtieran.

Porque no todo va a ser pasárselo bien sin fijarse en otra cosa, mi pequeño homenaje a todos los empleados de las empresas de limpieza que han tenido que limpiar las inmundicias que han dejado los donostiarras –los de toda la vida y los visitantes- en las calles; mención especial a los miles de litros de orina derramada impunemente en la noche y madrugada del 19 al 20 en las calles de la Parte Vieja. Asombra la capacidad renal de nuestra juventud,-o no tan juventud- la falta de pudor, la ausencia de vergüenza, la pasmosa tranquilidad (alentada por el alcohol y la mala educación) con que cientos de muchachos y hombres (todos varoncitos muy chulitos) se ponían de cara a cualquier pared y miccionaban en honor del santo patrón de la ciudad.

De agradecer los turnos nocturnos ininterrumpidos de los empleados de los servicios de transporte público (autobuses y topo) que devolvieron a sus hogares a cualquier hora de la madrugada a las riadas de participantes en la fiesta. El transporte privado -los taxis-, hicieron la puñeta con su falta de consideración habitual: colas kilométricas para los que los necesitaron. No hay que olvidar a quienes hicieron “guardia” para atender los traspiés, excesos y vicisitudes varias consecuencia del jolgorio general; los que estuvieron tomando nota de la fiesta para poder contarla al día siguiente –con fotos y palabras-; y a toda la infraestructura que está detrás de toda celebración sin que los participantes –felices y contentos ellos- lo tengan en consideración. Supongo que la policía municipal estaría en sus “cuarteles de invierno” o poniendo multas por mal aparcamiento en el barrio de Amara.

El otro cincuenta por ciento, los que no hicieron otra cosa que disfrutar, tragar, saltar, cantar, bailar, aporrear (1ª conjugación); comer, beber, joder -al prójimo, de mil maneras imaginables- (2ª conjugación); y salir y reir, para después dormir (3ª conjugación), que no olvide que en todos los órdenes de la vida hay unos que pringan para que otros vivan bien.

Esta vez nos ha tocado a unos cuantos miles estar en primera fila de la celebración; más nos vale no olvidarlo para cuando nos toque estar en la parte de atrás, antes de empezar a quejarnos. Que todo en la vida se va moviendo y ya lo dice el aserto bíblico: “los últimos serán los primeros”. Se acabó lo que se daba. A seguir trabajando.

En fin.

LaAlquimista

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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