Ayer tocó sidrería. Es la época ideal y como coincide con el cumpleaños de mi hija mayor no lo dudamos ni un instante y allá que nos fuimos las tres, más felices que el pipas, a la sidrería de toda la vida, la de nuestro querido Marxel que ya no está, pero a quien seguimos siendo fieles. Nos conocen y nos dejan una mesa cerca de la cafetera que es donde se está más calentito; la comida es extraordinaria y la sidra pues depende de cómo le haya dado el aire.
Fue entrar y todas las miradas para nosotras; claro, a ver si no, cincuenta hombres y tres mujeres, menudo chollo, para elegir lo que se quiera, oyes, hoy es nuestra noche de suerte.
“Txotx!…! y a probarlas todas –las kupelas- entre bacalao con pimientos y tortilla de lo mismo, ahora me siento, ahora me levanto, por la Virgen María y el Espíritu Santo, hacemos tiempo para la txuleta y vamos catando poco a poco –la sidra-, ésta más ácida, la de allá con menos cuerpo, vamos a ver la kupela del rincón… Y entre risas nos vamos moviendo a través de la masa masculina que mira y remira, como pensando, “pero éstas… míralas qué felices, no se cortan un pelo…” nos ceden el sitio en la cola y nosotras “que no, que no”, que parecíamos “reinas por un día”. Unos machos jóvenes se acercan, quieren tantear el terreno y se topan con la amatxo y no saben qué decir, se trabucan y pierden el compás de la conversación, perplejos.
Esta sociedad hecha para los hombres en la que nos dejan entrar por la puerta pequeña a las mujeres, mirándonos de refilón –o descaradamente los más jóvenes- una madre con sus dos hijas, (miradas escrutadoras buscando al macho de la familia), disfrutando de un placer tan sencillo y de toda la vida como ir a una sidrería, aunque solas, sin problemas, sin complejos.
Nos sacamos unas fotos, nos gustan mucho las fotos, pequeños destellos del presente para cuando haya que buscar consuelo en el pasado o por el puro placer de hacer perdurar la risa y la alegría.
De vuelta a casa, hay que seguir en pie para ayudar a una pesada digestión –demasiadas calorías de golpe- y nada mejor que un gintonic y una sobremesa calentita y acogedora.
Mañana será otro día.
En fin.
• Deberes para el “finde” : ¿A dónde podemos ir las mujeres sin los hombres? ¿Dónde están más a gusto los hombres sin las mujeres?
LaAlquimista
Foto: Ni se sabe quién la sacó. Posando, Alqui y sus hijas de incógnito.