Solíamos hacer risas las amigas contando que cuando una mujer quería que su autoestima subiera un par de pisos no había más que pasar por delante de una obra y ya se ocupaban los operarios de turno de ayudarnos a combatir complejos y melancolías. La verdad es que a mí me parecía una grosería tremenda el tema y además desde siempre he tenido aversión a andamios y estructuras aéreas susceptibles de caérseme encima de la cabeza, pero va a ser que me he perdido algo.
Que a la mujer le gustan los requiebros del hombre no vamos a discutirlo a estas alturas de la película y que dichos requiebros deban ser de acuerdo a la educación y el entorno de la hembra también dicen mucho en cuanto a la efectividad de los mismos. Supongo que a ciertas mujeres les puede parecer una cursilada enorme recibir por parte de un admirador una poesía junto a un ramo de flores de la misma manera que a otras les espantaría una entrada fuerte de macho depredador con o sin piropo incluido.
¿Mano de Obra Directa o Mano de Obra Indirecta? ¿Hombre rudo o petimetre? ¿A qué estamos acostumbradas las mujeres? Tres preguntas y múltiples respuestas; tantas como mujeres u hombres quieran opinar del asunto.
Pero la verdad es que sigue habiendo clases, encubiertas o descaradas, pero ahí están para quien quiera verlas. Ningún padre (y uso el masculino genérico) quiere que su hijo o hija “emparente” con alguien que obligue a un esfuerzo de adaptación a otra educación, otras costumbres u otros modos. Será por eso que me parece que la endogamia de clase se practica hoy en día con mucha más asiduidad que hace treinta años, época en la que había una conciencia social bien definida, conciencia digna que impedía –al menos aparentemente- establecer clasificaciones alrededor del tema.
Hoy ya tengo muchas dudas al respecto, veo que anda “cada oveja con su pareja”, quizás sea porque ya no hay tanta necesidad de ruptura con el entorno familiar, ni rechazo de usos sociales y educacionales que, como antaño, eran represores y constreñidores y empujaban a la juventud a romper moldes y llevar la contraria por principio.
Hoy en día es más que raro que se emparejen universitarios con quienes no han querido estudiar o que el “mestizaje” llegue a juntar a un obrero (de cualquier construcción) con una profesional (de las otras). Esta juventud es mucho más “apañadita” que la que yo recuerdo, más morigerada, más costumbrista, más acomodada. Y en consecuencia menos soñadora, menos excesiva, menos libre y menos luchadora que aquella de la que formé parte debido al año de mi nacimiento.
Sin embargo parece ser que la mano de Obra Directa –que en definitiva es la que rema y pone ladrillos en este país- sigue siendo capaz de darle alegrías al cuerpo aunque falten los dineros. Y que la otra, la mano de Obra Indirecta, la que se dedica a mover papeles y decisiones de un despacho a otro está estresada y sin ganas de nada cuando acaban sus jornadas de doce horas pensantes… así que… habrá que replantearse ciertas cosas… Ya lo decía no sé quién: “el fornicio es el consuelo del pobre”.
En fin.
LaAlquimista