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Cecilia Casado

A partir de los 50

A buen entendedor…cuantas más palabras, mejor.

Estoy aprendiendo a plantear al prójimo mis necesidades en términos concretos y desechar la mala costumbre –arrastrada durante toda la vida- de decir las cosas con circunloquios, dejando caer los mensajes como confetis que luego quedan esparcidos por el suelo para después quejarme de que nadie me entiende cuando pido las cosas. ¡Qué manía tenemos de no decir las cosas claras, de presuponer que el otro tiene una bola de cristal donde leer nuestros deseos y pensamientos!

¿Cuándo nos daremos cuenta de que no es efectivo eso de andar por las esquinas diciendo –como quien no quiere la cosa- que “llevo una temporada muy cansada” cuando lo que se quiere decir es exactamente: “vámonos unos días por ahí a tomar el aire”?. O maldecir por activa y por pasiva al que instaló la calefacción que funciona de mala manera cuando lo que queremos de verdad es que nuestro interlocutor venga a calentarnos los pies por la noche. Mejor aún; en vez de enviar un e-mail interesándonos por el estado general de la otra persona, lo que hay que hacer es cambiar las palabras no comprometedoras por las que expresen explícitamente lo que necesitamos o deseamos de esa persona. “Que vengas, YA” o “me muero de ganas de ir contigo a algún sitio bonito” o incluso “voy a hacer torrijas para que te las comas tú”. O sea, un mensaje claro para que el otro no pueda usar como subterfurgio cualquier interpretación peregrina o el tan manido “ah, pero es que yo había entendido, yo creía que …”

Lo estoy probando a ver si funciona con varias personas de mi entorno. Decir las cosas bien claras, llamarlas por su nombre, sin marear la perdiz. Esto necesito, esto pido, con estas palabras. ¿Puedes dármelo? A partir de ahí…nos vamos conociendo mucho mejor. Los sueños nocturnos son agradables pero una debe saber dónde ubicarse en esta vida tan complicada a veces por culpa precisamente de esos “mensajes cifrados” que no entiende nadie. O por lo menos ellos no los entienden.

Así que a buen entendedor… cuantas más palabras, mejor.

En fin.

LaAlquimista

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


marzo 2011
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