Mira que está poniéndose la ciudad bonita con sus brotes verdes, sus parterres floridos, sus motos quemadas… Que ya es triste que encima de que te quemen la moto tengas que ir a recoger tú mismo las cenizas y echarlas a ¿qué contenedor? El viernes pasado “se quemaron” cinco motocicletas en plena calle José Mª Salaberria y ahí siguen, fiel exponente de la desidia y del “esto no es de este departamento”. La verdad, es que adornar, no adornan demasiado, pero tranquilos, entre el viento, la lluvia y el paso del tiempo supongo que de aquí a unos meses ya no quedará ni rastro de ellas.
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Decidida como iba a dar un bucólico paseo por la ciudad no me arredro yo por tan poca cosa y sigo mi camino en pos de las marcas y señales de esa primavera que ya es en el calendario aunque muy pocos árboles estén floridos y parece ser que tardarán, que la estación será fría y lluviosa con menos sol en Abril que el que hubo en Febrero o Marzo, ya es triste que andemos con el paso cambiado para tantas cosas. Pero voy decidida a alegrarme el ojillo y lo voy a conseguir… Árboles pintados de amarillo, de blanco, un sorprendente naranjo, todos ellos en el mismo y hermoso paseo.
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La ciudad se afana a media mañana, parece lejana y protegida de guerras y angustias, la gente no camina sonriente, tampoco apesadumbrada. Con una educada indiferencia que hace que nada la roce o la perturbe. Unos caminan hacia el norte y otros hacia el sur; entre medio, las calles cortan el sol de la mañana estableciendo la división aleatoria y perfecta, sol y sombra, y cada cual elige su camino cambiando de acera o asumiendo su destino.
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Este es mi trabajo de la mañana. Llegar hasta el final de la ciudad por la derecha y recorrerla de vuelta por la izquierda. Hormigas vestidas de primavera, yendo y viniendo sin pausa. Es bonito. Y triste también.

En fin.

LaAlquimista

Fotos: C.Casado