Esta mañana he tomado conciencia de lo poco que valemos como ciudadanos, como usuarios, como clientes con derecho a ningún pataleo, cómo seguimos viviendo en una sociedad donde el que tiene la sartén por el mango hace lo que quiere sin que nadie le obligue a asumir la responsabilidad de las consecuencias de sus actos.
Como suelo ausentarme con mucha frecuencia de mi domicilio fijo donde tengo instalado el ordenador de sobremesa, el ordenador portátil y el módem USB me son tan necesarios como el pintalabios; así que, cincuenta euros de por medio, recargué mi “pincho” a la vuelta de Israel y me fui al otro mar confiando en quien no debía confiar.
Después de una semana sin conexión a Internet -los de Vodafone dicen que “tienen una incidencia a nivel nacional y que tengamos paciencia´”- (miles de reclamaciones, miles de usuarios que han pagado y no reciben nada a cambio), rabiando por verme obligada a meterme en un locutorio público para leer mis correos, escribir en el blog y corresponder la dedicación de quienes lo leen, me he dado cuenta de que esto es una especie de “déjà vu”.
Un regreso al pasado en el que había que comprarse el periódico todos los días (en el otro mar tampoco tengo televisión), salir al paseo a meter monedas en la cabina de teléfono para charlar un rato con mi madre y, en definitiva, vivir inmersa en un aislamiento que magnificaba el concepto vacacional.
Pero yo ahora no estoy de vacaciones, -no puedo estarlo si no trabajo- tan sólo me he desplazado con la casa a cuestas nueve centímetros al sureste del mapa y sigo mi vida. Menos socializada -eso es verdad-, pero con los mismos afanes, alegrías y penas que en mi querida Donosti. Y el segundo operador de telefonía móvil del estado dice que no puede, que no le sale arreglar la avería, que se han hecho un lío y que no nos pasemos a la competencia, por favor, que van a bajar los precios para compensar su incompetencia.
Es lo que tiene no ser más que un número de teléfono y una I.P., que esta empresa te toma por el pito del sereno. ¿Reclamar? ¿Protestar? ¿Darme de baja? Tres acciones que ya se han puesto en marcha; mientras tanto… paciencia y que no os toque a vosotros.
Para compensar -el Universo es agradecido- me espera una semana de “dolce far niente” con la mejor compañía que puede desear una mujer como yo. (Pero esa es otra historia…)
En fin.
LaAlquimista