No voy a contar un cuento; de hecho, los cuentecillos con moralina sobre reyes, princesas, ranas, sabios y magos me parecen solemnes tonterías porque para poner ejemplos mejor que los protagonistas sean hombres y mujeres de hoy, con problemas de hoy y las angustias de siempre.
Hoy me he despertado a las tres de la mañana sintiendo frío. Me hubiera gustado tener poderes para que la ventana se cerrara por sí sola y que la colcha ascendiera desde los pies de la cama cubriendo mi cuerpo estremecido. Durante unos buenos minutos he intentado hacer como si no pasara nada y volverme a dormir, pero el frío no provenía de un sueño sino que era auténtico, real. Así que me he levantado para realizar las acciones precisas que calmaran mi destemple. Una vez arrebujada en la ropa de la cama –despejada la mente inevitablemente- me he dicho a mí misma: “también esto pasará”.
En la mañana he acudido al Museo San Telmo a visionar parte del proyecto “6.000 millones de otros” –digo parte porque es imposible verlo todo en una sola visita. Paseando por el atrio, entrando en la nave central, sentada frente a las pantallas, me ha vuelto a asaltar el bajón de temperatura interno. No era el aire acondicionado. Unas preguntas sobre el amor y las respuestas provocadas me han dejado clavada al incómodo asiento. Envuelta en la pashmina de rigor he pensado: “también esto pasará.”
En la tarde, con el sol sobre el mar y verdeando el monte, he realizado una larga e intensa caminata hasta Kuku Arri, en Igueldo. En silencio y abismal soledad, durante dos horas no he cruzado mi vista más que con la naturaleza cálida, acogedora, centelleante de luz solar. La mar, debajo de mi mirada, cercana e imposible a la vez, pintaba un fondo inmutable sobre la tarde. De regreso hacia Polipaso, nubes de niebla se han adueñado del entorno, obligando a descender a la temperatura a velocidad inusitada. Húmedo de bruma, el camino se ha entristecido sin remedio. Y mientras sudaba a goterones, con el corazón acelerado, he canturreado: “también esto pasará”.
En fin.
LaAlquimista
Foto de portada: Amanda Arruti