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Cecilia Casado

A partir de los 50

1 de Septiembre ¿Se acabó el verano?

Oficiosamente el verano se acaba el treinta y uno de Agosto; los políticos vuelven a las andadas –esta vez con el culo prieto (y perdón por la “perezrevertada”)-, las madres vuelven a hacer las cuentas de lo que cuesta esa famosa “vuelta al cole” que organizan las grandes superficies para convencerles –a los hijos- de que la mochila del año pasado está obsoleta y de que no se puede uno presentar al primer día de colegio o instituto con las mismas pintas del curso anterior. (Me vienen a la memoria aquellos uniformes de colegio que estaban largos el primer año, en su sitio el segundo y después iban desdoblándose dobladillos hasta completar el ciclo vital de la tela negra o azul marino que podía ser de cinco o incluso seis inviernos. Incluso en las casas donde había “posibles” se estilaba no llamar la atención y se ahorraba en uniformes y hasta los del servicio duraban años.)

Pero a lo que iba. Que la gente funciona a golpe de calendario pase lo que pase y el uno de Septiembre todos en su sitio contándose las aventuras de las vacaciones (algunas, por previsibles, igual de patéticas que las del año pasado) y en este espacio pequeño y medio escondido en el que vengo a solazarme cuando todos se van ya no quedan niños en la playa (oh, milagro donde los haya) sino jubilados tranquilos y silenciosos que se limitan a competir consigo mismos entre el eritema solar y los colesteroles, diabetes y otros males que llevan por dentro; (total, a estas alturas, mejor morir disfrutando que no encerrado en casa.) Sin embargo, esta gente baja a la playa tarde, nada de madrugones –como los míos- y tampoco pasean orilla arriba orilla abajo; se sientan –nunca tumbados- con un periódico o revista por escudo (pocos libros veo yo) y hacen como que leen mientras los ojillos siguen el deambular playero de culos y tetas desafiando mínimos bañadores y biquinis (no sé qué me pasa hoy, que ando algo vulgar en el lenguaje).

Ya ni siquiera tengo que guardar el coche en el garaje porque hay sitio de sobra debajo de los árboles; la piscina nos pertenece por entero de sol a sol y en el jardín puedo elegir sombra de sauce u olivos para leer mis libros o escribir mis cosas. El bar más cercano cierra sus puertas y es como si se diera cerrojazo al estío oficialmente. Las terrazas de verano regalan sus existencias de arbequinas y frutos secos y las tiendas elegantes hacen su “promoción de otoño” antes de que los yates fondeados en el puerto marchen a otras latitudes.


Mi hija y yo adoramos este tiempo tranquilo que invita a la creación, al pensamiento, a la reflexión relajada durante el vermú del atardecer escuchando romper las olas en una baile intenso e incansable con figuras inventadas a cada momento y poquísimos espectadores: los que vuelven a los sitios hermosos cuando todos los demás se van.

En fin.

LaAlquimista

Foto: C.Casado y la red

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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