De egoismos y otras hierbas | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

De egoismos y otras hierbas

Eso de ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el  propio es una de las características más habituales en el ser humano; nadie se  libra de ello. Criticar al prójimo y atemperar convenientemente la propia  actuación es una de las estratagemas más recurrentes y que mejor sabemos poner  en práctica para justificarnos. Criticamos a quien nos critica, juzgamos a  quien nos juzga, insultamos a quien nos insulta aunque no siempre amemos a  quien nos ama.

Esto viene a cuento de muchas cosas –demasiadas- pero  concretamente a una interesante conversación mantenida estos días pasados de
exceso socio-familiar en la que se intentaba dilucidar donde comienza el  egoísmo cuando se exige al otro lo que uno no está dispuesto a dar. Es decir,  un suponer, yo viajé el año pasado a pasar las fiestas contigo luego a ti te  toca venir este año; y al que “le toca” enarbola una excusa de lo más correcta  y se libra de la parte que le corresponde y entonces el otro le dice que es un  egoísta y el que se ha escaqueado le tacha de intransigente porque no comprende  su situación personal “especial” y así ad infinitum.

Partiendo de ahí están las mil y una variantes de la cosa:  el que “siempre” llama y el otro no lo hace apenas; el que “siempre” prepara
los planes y los otros que se dejan llevar; quien intenta arreglar las cosas  frente a quien se encierra en sí mismo. El generoso frente al desprendido, el  cariñoso frente al “erizo”, el simpático frente al despreciativo… y nosotros en  este lado y los otros en el de enfrente, arrojando proyectiles al otro lado del  río en vez de meternos al agua para bañarnos juntos.

Cuando le llamo egoísta a alguien porque no me da lo que yo  espero tengo que preguntarme si tengo derecho a exigir a otro ser humano algo
que no puede o no quiere darme únicamente porque yo se lo he dado  antes.  Reclamar amor porque se ha amado, exigir atención en justa correspondencia,  pedir besos, abrazos, cariño, palabras o simplemente un pensamiento creyendo  que se tiene derecho a ello es… es tan tonto como no darse cuenta de que el  egoísmo ajeno es exactamente igual al propio. Como cuando estamos enfermos y  nos molesta la música alta del vecino y no nos acordamos de la fiesta que  hicimos hace poco y la bronca que armamos de madrugada sin preocuparnos del  descanso ajeno.

Todas las personas somos egoístas; incluso los que no lo  son.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien quiere contactar:

laalquimista99@hotmail.com

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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