Anécdotas de la infancia | A partir de los 50 >

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Anécdotas de la infancia

Como me he pasado toda la vida diciendo que la felicidad se me antoja que es lo más parecido a tener buena salud y mala memoria, algún duendecillo travieso se debe estar comiendo mis neuronas por racimos de cientos de miles y echando al olvido…muchas cosas. (Espero que no sea un duendecillo de nombre alemán). El caso es que tengo que recurrir a mis fuentes para llenar las lagunas que están surgiendo en mi memoria y… ¿quién mejor que mi propia madre para contarme la vida que no recuerdo? No es una broma, faltaría más, mi madre “me vive” con la cabeza en su sitio y la memoria dispuesta para lo que sea menester.

Ante mi preocupación y asombro de porqué tengo tan pocos recuerdos –apenas alguno- de mi existencia hasta los nueve años –más o menos- sugiere que al ser yo una niña “movidísima” los acontecimientos no se quedaban fijados en mi memoria, por estar mi mente dispersa la mayor parte del tiempo. No sé si es con fundamento científico que dice esto mi madre, pero algo de razón tiene que tener puesto que mi memoria adolece de grandes lagunas.

Ayer mismo –para mi regocijo- me contó los pormenores de una historiqueta de la que yo tenía conocimiento más por haberla escuchado en numerosas ocasiones que por tener recuerdo fehaciente de la misma.

Resultó que, estando solas en casa mi madre, una servidora y mi hermana de año y medio, la niña se hizo una herida y comenzó a sangrar en abundancia; mi madre, con el apuro, me dijo: “Ceci, toma este dinero y ve a la farmacia de abajo a comprar mercurocromo y una venda, ¡pero date prisa, no te entretengas y baja y sube corriendo!” La farmacia en cuestión era de sobra conocida por mí puesto que el mancebo de la misma me solía dar algún caramelo de malvavisco cuando iba de la mano de mi madre a pesarme o comprar lo que se compraba antes en las farmacias: medicamentos y poco más. El caso es que –y de esto no me acuerdo más que del chupa-chups que luego saldrá en la historia- la farmacia estaba cerrada (por vacaciones sería) y, ni corta ni perezosa, me subí al trolebús que iba al centro y que paraba en la puerta de casa, en el Ensanche de Amara. Llegué hasta la calle San Martín, me apeé y fui a una farmacia que había (y sigue estando) cerca de la Catedral, pero parece ser que tampoco hubo suerte y me fui tranquilamente hacia el Boulevard. En la cestera de los arcos del “Barandi” me compré un novedoso chupa-chups(*) y en una farmacia de la calle Mayor adquirí lo que había ido a buscar con tanta urgencia. Después, ni corta ni perezosa, volví sobre mis pasos a coger el “trole” que me devolvió sana y salva, con el deber cumplido, y una hora más tarde, a mi casa.

Como es de suponer, para aquel entonces debieron de pasar dos cosas: una, que mi hermana se pudo haber desangrado, dos, que mi madre pudo tener un ataque de histeria. Llamó a mi padre al trabajo, quien salió a buscarme a la calle (menuda odisea) y en el mientrastanto yo tan feliz paseándome por Donosti, sintiéndome “mayor” por haber cumplido con éxito el recado al que me había enviado mi madre.

Ese espíritu aventurero, arrojado y exento de miedo ante los peligros que acechan en la vida, si de lograr mis objetivos se trataba, lo he debido de seguir manteniendo durante los siguientes cinco decenios puesto que, cuando mi madre, ayer mismo, me volvió a referir la anécdota –que pudo haberse convertido en algo grave- yo me eché a reir, viéndome a mis cinco años recién cumplidos, un retaco con el pelo cortado al modelo “postguerra”, con gafas y aferrándome a un billete de cinco pesetas que dio para toda una odisea.

Lo que es evidente es que no he cambiado demasiado… y así me luce el pelo. Al hilo de este “recuerdo” os invito a desgranar los vuestros…

En fin.

LaAlquimista

(*) Por cierto, ¿sabíais que el logo de la empresa lo diseñó Salvador Dalí?

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


febrero 2012
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
272829