


Cuando algo no lo entendemos, cuando nos supera la línea de la comprensión lógica y básica, no nos queda otra que fabular a nuestro antojo. Y a eso hemos venido hasta aquí, qué duda cabe, a imaginar a mujeres y hombres amando, soñando con sus dioses, marcando sus leyes, cometiendo los mismos errores que nosotros tres mil años después en busca de los mismos deseos que mueven al hombre desde que el mundo es mundo: el poder, la ambición y, a unos cuantos menos, el amor. Sigue siendo importante saber de qué lado de la línea está cada uno…
