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Cecilia Casado

A partir de los 50

De hombres que se hacen dioses. Teotihuacán.

 

 

En todas las culturas existe el deseo –encubierto o no- de trascender la esencia del ser humano y alcanzar un estado semi-divino que sitúe al hombre* por encima de todos los demás. Hace ya miles de años se utilizaban las mismas argucias que en la actualidad para conseguir ser “venerado”: la religión y la política. Por ese motivo, mis ojos y mis pies llegaron a la ciudad de Teotihuacan –a 45 kms. de Ciudad de Mexico- más con la intención de absorber la posible energía telúrica del lugar que aprender historia pre-hispánica. Por otro lado, esta ciudad en ruinas, excepto por sus pirámides, que pudo alcanzar una población de 200.000 almas hace más de 2.500 años, me sumerge en el lago de mis dudas perennes: lo poco que sabemos de cómo ha ido evolucionando el mundo y que muchos de los “conocimientos” dados por válidos están basados en la pura especulación, suposición o secuencia lógica de las cosas.

 

 Pero es un sitio hermoso, fascinante si dejamos volar la imaginación entorpecida ya con imágenes no sólo de historias noveladas sino de películas con corazones arrancados y cabezas rodando pirámide abajo.

 

 

 

En toda ciudad hay un campanario, una torre, un mirador en un rascacielos para elevarnos de nuestra condición mortal y ver a los demás desde arriba. Un vistazo de pájaro emulando a los dioses de nuestro imaginario particular. En la Ciudad de Mexico puede ser la torre Latinoamericana con sus 188 mts. –hay que subir y dejar que la vista se expanda mientras el corazón se encoge ante el maremagnum de piedra y cemento que acoge a 22 millones de seres humanos-, y en la ciudad de Teotihuacan lo es el Templo del Sol, que aunque sólo alcanza los 63 mts. de altura, hay que subir (y bajar) por sus escalones de piedra milenaria, jugándose la vida y enfrentando la angustia del vértigo, el mareo y el exceso cardiovascular. Como todo sistema de seguridad, una barandilla en el centro y tu propia responsabilidad de lo que pueda acaecer durante la subida o la bajada.

 

Con un sol de castigo, propio de mediados de febrero, pero con el aliciente de realizar la visita por nuestra cuenta en autobús de línea normal y corriente un día entre semana, los amplios espacios se nos ofrecen prácticamente vacíos, incontaminados de vendedores, turistas o multitud alguna. La imaginación y el ensueño libre para dejarse llevar durante unas horas a lo que sentirían, pensarían o simplemente, esperarían de la vida y de los dioses los antiguos habitantes de esta ciudad que sigue siendo explorada en sus grandes misterios ocultos.

 

 

Cuando algo no lo entendemos, cuando nos supera la línea de la comprensión lógica y básica, no nos queda otra que fabular a nuestro antojo. Y a eso hemos venido hasta aquí, qué duda cabe, a imaginar a mujeres y hombres amando, soñando con sus dioses, marcando sus leyes, cometiendo los mismos errores que nosotros tres mil años después en busca de los mismos deseos que mueven al hombre desde que el mundo es mundo: el poder, la ambición y, a unos cuantos menos, el amor. Sigue siendo importante saber de qué lado de la línea está cada uno…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En fin.

 LaAlquimista

 (*) Hombre, entendido mayormente como macho de la especie.

 Fotos: C.Casado

 Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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