"Carnet de voyage". Un remanso de paz en la vorágine. Bosque de Chapultepec. | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Carnet de voyage”. Un remanso de paz en la vorágine. Bosque de Chapultepec.

 

 

Si ayer decía que me estaba mareando de tanto trajín circulatorio hoy debo contar que conseguí, siquiera por unas horas, escaparme de la vorágine de la gran urbe. Tan sólo tuve que pararme a pensar –siempre el pensamiento- y decirme a mí misma, que de la misma manera que cuando la vida se nos antoja confusa, revuelta y fuera de control somos capaces de preservar un pequeño rincón dentro de nosotros mismos para que anide la paz, ¿cómo no iba a haber en el Distrito Federal ese mismo paraje remansado en paz y quietud? Y la respuesta me la dio el bosque de Chapultepec un jueves por la mañana.

 

El Centro Histórico estaba colapsado en todas sus arterias principales debido a la gran protesta de los maestros que llegaban de ciudades de todo el país para decirle al Gobierno sus disconformidades, así que si la muchedumbre estaba en esa dirección, era de pura lógica que en la contraria no hubiera nadie, como así ocurrió.

 

Así que ahí andaba yo, al filo del ángelus, pateando soledades llenas de sol –curioso cómo el sol que da vida, es la raíz de la soledad que la oscurece- por parajes poco frecuentados de la segunda sección del Bosque. Buscándome en los reflejos del lago y en el olor seco de las agujas de pino, sintiendo que soy la misma en cualquier lugar aunque tenga que comportarme distinto por las circunstancias, escuchando un fragor lejano de marabunta citadina mientras los patos salían del agua y marchaban confiados sobre mi sombra.

 

 

Busco el inefable museo del Cárcamo de Dolores de Diego Rivera, alejado de la ruta principal, casi escondido en su inmensidad en medio de ninguna parte. Después de andar un buen rato desde el Museo de Historia Natural, bajar al lago pequeño y perderme entre los árboles, allá lo encuentro, majestuoso y solitario. Tan solitario que únicamente encuentro un ser humano a su vera, el vigilante, cuidador, cobrador de la entrada que, viéndome acercarme, esconde su abulia y la cambia por una gran sonrisa.

 

A los cinco minutos ya somos viejos conocidos, ambos amantes de la historia de Rivera y me explica, con un lujo difícil de compensar con el precio de la entrada, la interesantísima historia de “El agua, el origen de la vida” en interpretación de Diego Rivera y el ingenio del ingeniero Molina y el arquitecto Rivas con su inmenso mural subacuático, único en su especie y en el mundo.

 

El agua que llegaba desde el lejano río Lerma hasta la ciudad cantaba su canción que ahora se escucha en la imaginación de los tubos de órgano de las paredes; si bien boicotearon la hermosa analogía, casi sesenta años después se siguen conservando los murales que fueron pintados para estar bajo el agua en su manantial de vida, fuerza y color.

 

 

 

Durante un buen rato me sentí feliz.

 

 

 

 

 

 

  

 

 

Roto el encanto por las urgencias del estómago que no sabe de poesías, me dirigí hacia la parte más accesible del bosque, allá donde se ubican otros museos, el zoológico y miles de personas que van a la parte “social” del bosque a remar en barca, visitar los osos pandas gigantes o comer una torta deliciosa, bien tostada y rellena de todo lo habido y por haber. (Lo que nosotros llamamos “bocadillo”). El castillo de Chapultepec corona el cerro y bien merece una visita siendo una forma no demasiado abrupta de volver a la realidad.

 

                          

 

 

 

 

 

 

“Conejito viajero” me acompañó durante todo el día y Henning Mankell también, a falta de otra persona que me tomara de la mano y compartiera conmigo la vivencia intensa; bebí cocacola porque no había agua mineral, como en las ocasiones en que me conformo con los sucedáneos de lo que más bien me hace… Pero así es la vida muchas veces, nos vemos obligados a buscar entre lo menos agradable y conveniente hasta encontrar ese momento único, irrepetible y placentero que nos alegra el día…

En fin.

Laalquimista

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

Fotos: Cecilia Casado

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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