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Cecilia Casado

A partir de los 50

Menopausia. ¿Liberación o trauma?

Nuestras abuelas –y puede que nuestras madres también- pasaron la menopausia sin hablar de ella, recibiéndola como a un pariente pobre e indeseado al que se coloca en el cuarto de atrás y no se hace demasiado caso. Asumían que eran “cosas de mujeres” y reforzaban el stock de abanicos a la vez que le comunicaban al marido que,a partir de hoy, se acabó lo que se daba. En unos casos, ese “lo que se daba” iba con retintín y coña marinera; en otros, supongo, con una especie de resignación más o menos cristiana.

Al ser un tema tabú, pasaba como con todos los temas tabúes: que cada uno lo engrandecía a sus anchas o lo minimizaba a su conveniencia. Desde el “!por fin no tendré más hijos”!, hasta el “ahora me saldrá bigote…”, pero casi siempre –quiero pensar- desde la ignorancia o la falta de información suficiente. A ver, antes no había doctoras como hay ahora y no era cuestión de contarle al santo varón que venía a hacer las visitas de rigor a casa con el estetoscopio, las pequeñas miserias que acaecían por culpa de la guerra de hormonas interna que se libraba en silencio. Si acaso se le hacía partícipe de dichas tribulaciones al cura en el confesonario, que para eso estaba…

 Ahora es diferente; ya casi hasta los hombres saben de la menopausia casi tanto o más que nosotras. Tienen muy asumidos todos los lugares comunes al respecto: que si el carácter se vuelve vinagre, que si ya no tenemos ganas de hacerlo, que si los lunares se convierten en verrugas y tonterías por el estilo. Y nosotras, ladinas siempre, nos callamos como muertas porque no nos apetece dar pistas al “enemigo”.

 Nuestras abuelas y madres pasaban “la retirada” –como si de tropas sitiadoras se tratara- a la brava. Aguantando sofocos, subidas y bajadas, descompensaciones y malestares como al que le agarra una tormenta en la calle y no tiene ni gabardina ni paraguas ni dinero para un taxi. Sufrían, porque en su educación y forma de comportarse estaba el hacerlo y, sobre todo, porque el tema era “delicado”.

 Ahora no. Ahora se llega a la menopausia de la mano de una ginecóloga –o ginecólogo la que prefiera- comprensiva, mujer al fin, que sabe de lo que hablamos hasta cuando callamos. Ahora hay remedios paliativos para no llamar la atención con un abanico en pleno diciembre, ahora les explicamos a nuestras parejas cómo funcionan las cosas y que hay mucha mala información circulando por ahí al respecto. Y constatamos que los prejuicios siguen campando a sus anchas por doquier. Que todavía hay mujeres que creen que con el climaterio se acaba el deseo sexual, cuando no es más que una etapa de transición entre la posibilidad de reproducción y el cese de la misma. Y transmiten esa desinformación a sus hombres que, cómo no, se lo creen todo a pies juntillas.

 De hecho, es un arma de doble filo, porque también se puede usar para decirle al macho de la especie que tiene la testosterona encima de las cejas: “ahora me dejas en paz para los restos”. (Pero este es otro tema)

 Llegar a la menopausia no es ni un trauma ni una liberación, sino una etapa más del natural desarrollo de la vida sana de cualquier mujer. Que su llegada trae parejas molestias, qué duda cabe; también las primeras reglas las traen, y las segundas y hasta las terceras, pero es como cortarse las uñas porque crecen, se hace con naturalidad y punto.

Con el climaterio tenemos la oportunidad de volvernos más hermosas, por fuera y por dentro, gracias a la tranquilidad que da el saber que nuestro cuerpo funciona a su ritmo, sin estancarse ni acelerarse. Saber que ya no vamos a poder concebir un hijo no es un trauma ni una liberación sino una etapa más de nuestra vida y los cambios en el organismo que acaecen son naturales y como tal deben ser acogidos. No con gestos exagerados, ni alharacas estúpidas, sino como parte de una feminidad que sigue ahí, siempre presente, y que nos permite ahora seguir disfrutando de la vida, de la sexualidad, con una cierta tranquilidad que, quizás anteriormente, no se sentía libremente.

 Muchos hombres utilizan la menopausia femenina para cargar las tintas contra una mujer a la que ya no desean o incluso a la que ya no aman.

Muchas mujeres utilizan la menopausia para apartar definitivamente a un hombre al que ya no desean o incluso al que ya no aman.

 Cada cual que elija su “estilo y su destino” y que, coherentemente, acepte después las consecuencias de su decisión. Yo me apunté al carro de las “listillas” que le dio la vuelta a la cosa e hizo un rápido cálculo de lo que me iba a ahorrar todos los meses… en tampones y en condones.

 En fin.

LaAlquimista

 Por si alguien desea contactar:

laalquimista99@hotmail.com

 Foto: Amanda Arruti para “A partir de los 50”

 

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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