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Cecilia Casado

A partir de los 50

Un sistema infalible para ligar

Cuando accedí a ocuparme del perrillo de mi madre, yo que nunca antes en mi vida había demostrado el más mínimo interés por tener en casa a un animal de cuatro patas, como parte de las ventajas añadidas de las que iba a poder disfrutar si me responsabilizaba del can, me enumeraron en tercer lugar la de: “con un perro se liga mucho”, después de “te da mucho cariño” y “te hace mucha compañía”. Dejando claro que personalmente entiendo el cariño y la compañía en su acepción humana, la otra ventaja, la de ligar, me la tomé con una media sonrisa escéptica.

 Pero es cierto, es cierto.

Bueno, maticemos. Ligar, lo que se dice ligar, entendido por entablar relaciones amorosas o sexuales pasajeras (DRAE), como que no. O por lo menos no me he dado cuenta. Pero ligar, en la acepción de unir o enlazar, es algo increíble. O que hay que verlo para creerlo.

 Resulta que vas por la calle con un chucho al final de la correa y eres blanco de atracción indefectible para:

 – los niños a los que les gustan los perros. ¿?

– los familiares que acompañan a los niños a los que les gustan los perros. ¿?

– los propietarios de perros iguales al tuyo. !¡

– los propietarios de perros diferentes al tuyo. !¡

– los jubilados de sexo masculino. ¿?

– las señoras ancianitas que van con acompañante. ¿?

 Así que, posibilidades de ligar, todas. Quiero decir que se entablan conversaciones, se intercambian datos, se comparten vivencias. Si es un niño el admirador del perro (el perro es el “gancho”) te preguntará SIEMPRE cómo se llama. Si lo puede acariciar. Si muerde. Si es bueno. Si se lo prestas un rato.

Si el niño va con un señor con aspecto de padre separado siempre puedes corresponder preguntándole al niño cómo se llama él y si le puedes acariciar tú también… y si el papá no muerde pues…

 Los jubilados de sexo masculino se fijan mucho en mí. No sé porqué, con lo guapo que es mi perro.

 Las señoras ancianitas que están con su acompañante sentadas al sol en un banco, hacen amago de acariciarlo y me piden con la mirada que se lo acerque. Si abro la boca ya he hecho la mañana…

 Pero la gracia está en las personas que van paseando un perro. Con ellas hay tema enseguida. Se notan las ganas de hablar. Sobre todo si son mujeres. Abiertas, simpáticas y dispuestas, sin importar la edad, se enrollan magníficamente para compartir unos minutos de charla canina y hacer unas risas sobre las peculiaridades del perro que cada una lleva. Lo primero que te preguntan es si es “chico o chica” y en función del sexo te acercan o alejan a su chucho, porque ya se sabe que un macho SIEMPRE va a dar la tabarra a una hembra aunque esta no esté en celo. Las mujeres que llevan una hembra te cuentan de lo “lanzadas” que son (sus perras) en cuanto ven un macho en lontananza y el chiste está servido, claro está. Son pequeñas conversaciones amigables de cinco minutos entre desconocidas. Tienen su gracia.

Pero lo que de verdad es un caramelo es encontrarse con un señor de aspecto interesante, con mirada interesante y un perro interesante al lado. Normalmente llevan perros grandes, no los peluches que llevamos las mujeres al final de la correa, y estos perros grandes, por definición y costumbre, no les gustan nada a los perrillos nuestros y…ahí es donde comienza el eterno juego del “uy, qué miedo” y “no te preocupes, no te haré daño”.

 El hombre lleva un perro grande. El hombre tiene un coche grande. El hombre va serio, seguro de sí mismo, con la mirada al frente, indiferente a su entorno.

 La mujer lleva un perro pequeño. La mujer tiene un coche pequeño. La mujer va sonriente, segura de sí misma, con la mirada posada en su entorno.

 Luego se encuentran en mitad de la arena con sus perros. Y pasa lo que pasa. Que como van sueltos y alocados (los perros) se enzarzan en una danza incomprensible a los ojos de sus amos, lo que últimamente me recuerda a las relaciones entre las personas, no sé porqué…

 Yo, por las dudas, llevo siempre a mi perro atado. Y el que quiera ligar, que se acerque y se lo curre. Faltaría más.

 En fin.

 LaAlquimista

 Por si alguien desea contactar:

laalquimista99@hotmail.com

 

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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