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Cecilia Casado

A partir de los 50

Si Vargas Llosa lo dice, tendrá razón

Me atrapa la noticia que da cuenta de las palabras del insigne premio Nobel de Literatura, con las que presenta su nuevo ensayo “La civilización del espectáculo” diciendo que:la cultura vive en la Banalización y la frivolización permanente. Me llega, por un lado, las ganas e interés de leerlo y por el otro el mal sabor de boca con la constatación de lo que durante tantos años hemos estado padeciendo, con indignación primero, con tristeza irremediable después.

Quiero reservarme, sin leer las entrevistas conducentes a la publicidad del ensayo en cuestión, para sumergirme a nadar en la superficie de las palabras del Nobel. No voy a bucear –porque no sé- en sus hondos pensamientos ni mucho menos en sus razones ocultas (que tendrá que haberlas también), sino a recopilar más razones, a estudiar y aprender cómo explicar a mis nietos –supuestos y esperados futuros nietos- que lo que llamábamos CULTURA con mayúsculas, pasó a ser un espectáculo penoso en muchas ocasiones, desvirtuando el concepto, la esencia y el fundamento de la misma.

Ya he comentado muchas veces que he sobrevivido sin televisión. Hasta ayer mismo, como quien dice, puesto que, si bien compré una pantalla bastante grande para visionar el cine que me apasiona, tenía sin sintonizar los canales de televisión (excepto el canal Art francés que me lo dejó instalado el técnico que vino a colocarme el aparato hace unos meses). Así que, teóricamente, ya tengo televisión. En la práctica, me niego a tenerla y es como si no la tuviera porque no la pienso encender y seguir con mi ascetismo televisivo en el que llevo sumergida exactamente desde el día en que abandoné el hogar de mis padres, hace ya de esto, la friolera de treinta y siete años.

Jamás he visto Gran Hermano. Ni un solo programa. Ni un solo (des)Informe Semanal. Y los telediarios los uso para hacer chistes sobre el tiempo que les queda por estar juntos a una pareja que se lleva a tortas. No tengo iconos en mi imaginario particular, como no sean los que saco de las pequeñas incursiones en exposiciones de arte ¿?, visitas a Museos allende las fronteras, o lecturas continuas –aunque no siempre bien encaminadas- de lo que está pasando en el mundo.

Internet me provee de toda la información que preciso y que quiero que entre en mi cerebro. Internet me permite separar el grano de la paja y leer a profesionales independientes, a pensadores sin nómina fija, a filósofos recalcitrantes, a científicos sin beca y contemplar la obra de artistas sin mecenas pagados por el erario público.

Cuando estoy en un grupo que habla de tonterías –lo que es de lo más normal en estos últimos tiempos- (lo de chacharear, digo)- me alucino del recuento de personajillos que están en nómina del acervo popular, una incultura provocadora, desafiante, de mal gusto y, lo que es peor, ecuménica.

Cuando voy a la peluquería, hojeo y hasta a veces ojeo, las revistas mal llamadas “del corazón”. (El corazón desvirtuado también, prostituido a menesteres nada amorosos) Y esa visita más o menos mensual para arreglarme los pelos, me lanza a la calle de mal humor casi siempre. Tardo como mínimo unas horas en quitarme la sensación de haber vuelto a hacer el idiota por interesarme en lo que la mayoría (abrumadora) de mis conciudadanos ingiere cotidianamente y como compensación o penitencia me leo algún libraco de esos que, a veces, no entiendo casi ni yo.

Vargas Llosa sabrá de lo que habla, y en cuanto lea su ensayo, lo sabré yo también. Todos tenemos que tener referentes; de hecho, todos los buscamos aquí o allá.

Yo también he asistido a alguna instalación en la Tate Modern que me hizo sonrojar de vergüenza ajena. Yo también he pagado dinero por presenciar una representación artística –ballet o teatro- que, bien publicitada, era una ofensa directa al buen criterio e inteligencia del espectador. Y yo también, porque leo la prensa por Internet, me tengo que tragar titulares (con su fotografía incluida) en portada que aluden a personajillos que me son desconocidos y cuyas “hazañas” que resultan patéticas.

¿Qué puñetas me aporta a mi desarrollo intelectual, humanista o como ser humano saber que un tipo flaco se ha hecho una liposucción? ¿Y que una mujer hermosa y famosa le puso los cuernos a su pareja bello y famoso también? Eso sin contar las gestas deportivas sin par ni cuento. Para leer una noticia/noticia a veces tengo que tirarme cinco minutos moviendo el ratón hacia abajo…y no siempre la encuentro en portada, sino relegada, escondida casi, entre la penumbra vacía y solitaria del apartado “cultural” correspondiente.

Gracias Mario por decir bien alto y bien claro lo que tantos y tantos pensamos y no sirve de nada que llevemos años contándoselo a los amigos. Ahora tengo que pagar 17,50€ por leer el ensayo que has escrito recopilando experiencias pseudo-culturales de los últimos años. No me importa; más he pagado en otras ocasiones a cambio de casi nada.

En fin.

LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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