"La felicidad es una sillita al sol" | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

“La felicidad es una sillita al sol”

Leí esta frase en la novela “Leonora” de Elena Poniatovska, atribuida a Octavio Paz, y tuve que detener la lectura, echar mano del pequeño cuaderno que siempre me acompaña y apuntarla. Ha dormido –la frase- varias semanas sin que me acordara de ella, hasta ayer por la tarde, recogida en mi casa por culpa de ciertas inclemencias, en que la lluvia azotaba los cristales mientras que, de este lado de la vida, intentaba calmarme inmersa en las páginas de un libro. De repente, las letras dejaron de tener sentido porque mis piernas, mi regazo, los brazos y el pecho se vieron sumidos en un calor inusitado. Un reflejo del cristal me obligó a entornar los párpados para poder seguir leyendo, tal era la fuerza del sol que inundaba el libro, mi cuerpo, la habitación entera.

Asomando por la izquierda, se perfilaban todavía las nubes cargadas de lluvia, esperando pacientemente para ocupar su espacio y volver a cubrir de agua la ciudad y la vida. Sin embargo, un viento contrario se empecinaba en no dejarlas pasar, en preservar un trocito de cielo limpio de grises y dejar que los rayos de sol, inusitados, sorpresivos, caldearan los corazones y alegraran los ojos a quienes nos dimos cuenta de lo que ocurría.

Un pequeño sitio al sol, apacible, sin ruidos ni penas quejumbrosas. Un lugar íntimo y necesario donde refugiar lo que nos quede de vida, aislado de griteríos y afanes vanos, lejos de cualquier reproche, silente armonía en el cálido otoño de la existencia.

Cuando la vida es un tráfago ensordecedor a nuestro alrededor, con teléfonos que suenan continuamente, cartas que llegan al buzón y que son leídas sin rasgar ningún sobre, escritas sin necesidad de pluma y enviadas ausentes de sello, que nos dejan una nada entre las manos, y ya no podemos mojar ningún papel con las lágrimas del deseo o del amor, ni abrir un cajón y estremecernos con el olor de un viejo papel lleno de caricias, cuando todo cambia tan rápido que ni siquiera tenemos tiempo de hartarnos de ello… una silla al sol de la tarde puede ser lo más parecido a unas gotas de felicidad después de la lluvia.

Saca “una sillita al sol” de vez en cuando. Siéntate en ella sin pensar en nada que no sea dejar de pensar en todo. Cierra los ojos conforme el calorcito vaya llegando adonde más lo necesitas. Y nada más.

En fin.

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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