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Cecilia Casado

A partir de los 50

Un hada con gafas.

 

¿Habéis imaginado alguna vez un hada con gafas, un hada atípica, con cara de pícara y que no puede volar porque la ley de la gravedad se le resiste? Su historia haría derramar muchas lágrimas a los adultos y no pocas sonrisas a los niños, que no comprenden muy bien cuáles son los problemas de las hadas en estos tiempos que corren.

En estos tiempos difíciles, en los que ya apenas se sueña, porque la prisa no deja tiempo para soñar, en estos tiempos críticos en los que a los niños apenas se les cuentan cuentos, porque los adultos han perdido la memoria de los seres mágicos que poblaron sus corazones infantiles de fantasía y amor, en estos tiempos en los que la niña que habita dentro de las mujeres adultas está abrumada y apenas se atreve a asomar la nariz, me gustaría inventar el cuento del hada con gafas que yo conozco.

Vive aquí,en mi pequeña ciudad, en una pequeña casita mirando al mar, aunque como todas las hadas, obviamente, es invisible; o por lo menos para aquellos que no saben mirar con los ojos del alma. Pero muchos sienten haberla visto en sus vuelos vespertinos –por la mañana se levanta muy temprano para ir a trabajar y su varita mágica sólo funciona en tiempo de ocio y festivos de guardar.

Entonces es cuando, este hada con gafas que yo conozco bien, se pega sus buenos vuelos por encima de los tejados de la ciudad para llegarse a compartir la pena y el dolor de los que sufren, aunque no es tan fácil volar si no lleva las bifocales puestas y además no hay “carril hadas” por donde circular con tranquilidad. Aun y todo, ella lo intenta, a pesar de que los años le pesan casi tanto como algunas penas.

 Es un hada que no hace que se cumplan sueños imposibles –porque eso sería demasiado topicazo- sino que ayuda a quien lo necesita de la mejor manera que uno se pueda imaginar: con mucho amor y comiditas cocinadas con esmero. Dice, este “hada con gafas”, que lo más fácil es ir a una tienda de delicatessen y comprar algo, pero cocinar unas buenas verduritas, un bizcocho de pasas y unas albóndigas de carne de la rica, con mucho cariño, con mucha paciencia –y sin varita, claro está- para llevárselas a la persona enferma que ya no tiene fuerzas ni ganas para cocinar algo rico, es también una forma de hacer “magia”.

 Ir corriendo del trabajo a casa de un familiar enfermo para hacerle reir contándole tonterías exageradas, complementa con efectos maravillosos la acción de los medicamentos. Gastar el tiempo libre en acompañar al solitario, en estar con el que está triste y enfermo y salir feliz y contento…hay que ser muy especial para hacerlo y hacerlo bien.

 Pero que me desvío del asunto principal…

 Esta mujer maravillosa –que yo conozco- lleva sus polvitos mágicos de amor en un gran anillo de color azul que agita alocadamente por encima de las cabezas de las personas elegidas. (Antes tenía otro anillo también rojo, pero lo regaló a quien vio que lo necesitaba más).

 Este “hada con gafas” celebra hoy su cumpleaños –sí, las hadas también son mortales, nos engañaron los que escribían los cuentos- y quiero desearle fuerza inmensa para seguir realizando su maravillosa tarea con las personas más débiles que ella, quiero desearle salud para que pueda seguir despertándose cada día al alba y sentir que la “vie est belle” y, sobre todo, quiero expresarle desde estas pobres líneas –las hadas tienen wifi en el corazón- mi cariño y mi admiración por haberme enseñado que, en un mundo donde casi nada se da porque sí, ella lo entrega casi todo sin tener más motivo que el de ser como ES, es decir, UN HADA de las que quedan pocas.

 Felicidades, mi maestra de la alegría y del amor, mi “hada con gafas”.

 *No pongo su nombre, porque sé que es humilde y sencilla, pero seguro que muchos de vosotros podréis soñar con ella cualquier noche de estas de luna hermosa…

 LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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