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Cecilia Casado

A partir de los 50

!Me niego a que me estafe un Banco!

Aeropuerto de Barajas, terminal Internacional. Haciendo tiempo para embarcar, paseo arriba y abajo empujando un mini-carrito con mi mochila y consigo hacer cuatro kilómetros entre ir hasta el fondo y volver; mejor así que estar sentada aguantando a niños que corren alrededor y gente que parlotea desesperada por sus teléfonos móviles.

 Me detiene con una sonrisa esplendorosa un joven vestido con traje y corbata apoyado en un pequeño mostrador de Citibank. Me pregunta si le puedo hacer un favor. Necesita conseguir colocar las tarjetas de crédito de la entidad –Visa Oro- como sea, so pena de quedarse sin trabajo.¿? Me asegura que le ayudaría muchísimo mi colaboración. Le contesto que ya tengo suficientes tarjetas Visa (tengo una), pero me insiste asegurándome que no tengo porqué darla de alta, tan sólo dar mis datos para que figure que él cumple objetivos.

 Decido que esa va a ser mi buena acción del día (ramalazo romántico de cuando hice mi “juramento” en las Guías de Guipúzcoa, allá por las brumas del siglo pasado) y me leo la letra pequeña del Contrato que me ofrece. Bueno, lo de siempre, ya lo conozco, así que apunto mis datos con el pensamiento de tener una tarjeta de crédito de repuesto, yo qué sé, por si estando de viaje me falla la que tengo. Insisto en que no haya cuotas anuales, ni comisiones de mantenimiento y así me lo asegura el empleado. Después de un cuarto de hora, firmo donde hay que firmar y me dirijo a paso ligero a mi puerta de embarque con la satisfacción pintada en el rostro. Me encantan las cadenas de favores…

 Pasan dos meses, dos y los señores de Citibank insisten en que dé de alta mi tarjeta Visa, para lo cual me ofrecen regalarme los 50 primeros euros que gaste. ¡Caramba! ¡Eso sí que está bien! Así que me voy a mi librería favorita y me los gasto más feliz que una lombriz –como no podía ser de otra manera.

 Al mes siguiente me pasan un cargo por la cuenta corriente de 18€. ¿Y esto, qué es? De momento, doy la orden de devolución y les llamo por teléfono. ¡Ay, ese 902 que cuesta tiempo y dinero! ¡Ay, la santa paciencia para que me atiendan! Cuando lo consigo, le explico al “técnico” –latino- de turno que debe de haber un error, que yo…etc. Y me explica que mi tarjeta tiene un cargo mensual mínimo de 18€, fraccionando así los importes gastados, con un módico interés del 26%. Vamos a ver, lo primero de todo es que yo tengo una bonificación de 50€ sobre mis primeras compras. Lo segundo es que en el Contrato elegí la opción “Pago mensual de la cantidad total consumida”. Ah, que no, que no, que en la “letra pequeña” ya pone que ese tipo de tarjeta que yo he “adquirido” no se puede pagar de golpe, sino que es de CRÉDITO, es decir, que si se me ocurre hacer una compra de, por ejemplo, 180€ pues que me la facturan automáticamente en diez mensualidades con el interés subsiguiente. Como no nos entendemos el latino y yo…!me cuelga el teléfono! Y se cree que así ha cumplido con su deber.

 A los pocos días vuelven a intentar cobrar esos 18€ en mi banco habitual y otra vez los devuelvo, previo envío de un e-mail en el que les explico la situación. Correo que se queda sin respuesta, pero que origina el envío de una carta de papel en la que me indican que les debo lo siguiente:

 –         Compra en la librería X por valor de 50€

–         Intereses al 26,82% TAE de la primera cuota de 18€

–         Intereses al 26,82% TAE de la segunda cuota de 18€

–         Gastos de devolución de la cuota del mes de Junio  30€

–         Gastos de devolución de la cuota del mes de Julio   30€

–         Total de mi deuda con ellos a día de hoy: 110€ + intereses del ala.

 Después de utilizar todas las reservas acumuladas de paciencia desde primeros de año –que tenía guardadas por si me surgía alguna emergencia afectiva-, consigo hablar (22’ de teléfono 902 123312) y me informan de lo siguiente.

 El “regalo” de 50€ ofrecido está sin ser operativo y si lo quiero tengo que llamar al teléfono citado a partir del día 27 del mes.

Después tengo que llamar entre el día 30 ó 31 del mes otra vez, para indicar que no deseo pagos fraccionados (¡Pero si no debo nada!) y luego escribir una carta solicitando que me vuelvan a dar de Alta la tarjeta (que obviamente Citibank ha bloqueado al devolver yo la primera cuota).

 Conclusión: Como soy tenaz y me sobra tesón voy a llegar hasta el final y retirar la “amenaza” de que me pongan en el R.A.I. (Registro de Acreedores Impagados o algo así). ¿Soy una ingenua? ¿Me he pasado de lista?

 Moraleja: No le hagas nunca un favor a un empleado de un Banco, excepto que sea tu cuñado y luego le puedas montar la bronca en las sobremesas de los domingos.

 En fin.

 LaAlquimista

 Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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