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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Carnet de Voyage” Ruta colombina en Huelva

Amanece un día fresquito y algo nublado en Huelva capital, idóneo para ir de excursión por los lugares de interés que circundan la ciudad. Aquí confluyen los dos grandes ríos onubenses: el Tinto y el Odiel y en sus marismas habita el mayor y más importante conjunto ornitológico de España, que haría mis delicias si dispusiéramos de tiempo para visitarlo tranquilamente. También me quedaré con la pena de visitar Doñana, pero las listas de espera superan cualquier expectativa. A cambio disfrutaré con lo que está a mi alcance.

Sin alejarnos demasiado de la ciudad, es obligado visitar el Monasterio de Santa María de la Rábida, donde Colón vino a llorar sus penas y desde donde consiguió que su empresa fuera financiada y puesta en marcha. El Monasterio cuaja sus estancias y patios con multitud de plantas exóticas y gigantescos tiestos de geranios; el presupuesto llega para mantener este “jardín”, pero no para albergar unos lavabos -a pesar de cobrar 3€ por la entrada. Comentada la jugada, nos indican que hay aseos públicos en el parque adyacente. ¿?

Justo al lado, en Palos de la Frontera se visita el Muelle de las Carabelas donde están las réplicas de las naves del Almirante que fueron construidas para festejar el quinto centenario del descubrimiento.

Visitándolas, se hace patente el arrojo y valentía desmesurada que tuvieron que tener los marinos de entonces para lanzarse a las aguas del Atlántico con semejantes “cascarones” de madera. Sin camarotes, sin más agua potable que la que utilizaban para beber (impensable dilapidar una sola gota en higiene o lavado de ropa), comiendo salazones imposibles, guardando en su cuerpo gérmenes de todas las enfermedades posibles, fiebres y pústulas, escorbuto y disentería, para llegar -por fin- a una tierra nueva y sana y dejarla impregnada de sífilis y bacterias desconocidas hasta entonces.

Las gestas del Descubrimiento me son extrañas y-habiendo viajado un poco por los países “conquistados”-, siempre me queda el regusto amargo de una culpa colectiva que lleva más de quinientos años rondando nuestras conciencias de “conquistadores”. En ninguno de los países donde se pusieron los pies nos recuerdan con cariño…me temo. En cualquier caso, es este lugar el tercero más visitado de toda Andalucía así que lo dejo ahí. (Supongo que los otros dos serán la Alhambra de Granada y la mezquita de Córdoba).

La visita da para mucha conversación, sobre todo porque nuestro amigo Alfredo conoce su historia y nos documenta exhaustivamente, después de la comida a base de salmonetes y calamar en el restaurante “Plus Ultra”, que debe su nombre a la zona de la que salió el famoso vuelo que atravesó el Atlántico por primera vez, el 22 de Enero de 1926, saliendo de la Rábida y con destino a Buenos Aires. La lista de los cuatro pilotos -todos españoles- la omito por no entrar en más profundidades; utilizaron la zona para emular gestas navieras anteriores, eso está claro.

 

Los jardines que llevan al Paseo de los Escudos, nos deparan la posibilidad de hacer una buena digestión mientras la conversación se aviva después del paréntesis de la comida; que ya se sabe, “si comes no hables, si hablas no comas”…

Huelva quedó inundada y casi destruida por el terremoto de Lisboa de 1755 y el tsunami o maremoto posterior que, en una onda expansiva inmensa, destrozó todo lo que encontró a su paso. Es por eso que Huelva no conserva monumentos ni recuerdo urbano anterior a la fecha indicada. Es una ciudad moderna cuyos encantos se hallan en los alrededores: serranía y playas famosas: Isla Cristina, Punta Umbría, El Rompido, Mazagón.

Al de Huelva no se le llama onubense sino “choquero”, por los famosos chocos o calamares que le han dado tanto de comer; más que las gambas, más que el jamón. Huelva y Sevilla dos provincias limítrofes con los vicios y manías de viejas hermanas; imprescindibles la una para la otra pero siempre con esos “puntillazos” que tan bien sabemos darnos en el norte entre Donostia y Bilbao.

Nada nuevo bajo el sol..

Anochecida de terracitas con una cena ligera para compensar los excesos de los dos últimos días. Mañana madrugón, porque toca carretera y manta rumbo a Portugal.  Felices como lombrices, como no puede ser de otra manera..

Mientras tanto, en mi amado País Vasco, la gente se levanta el día de hoy con la posibilidad del pataleo: una huelga general. Como siempre ocurre en estos casos, unos cardan la lana y otros se llevarán la fama.

En fin.

LaAlquimist

Por si alguien desea contactar:

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fotos: C.Casado

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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