>

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

“Carnet de Voyage” Lisboa, decadente y hermosa (I)

A fuerza de visitar grandes ciudades he comprendido que mi fobia originaria al llamado “Bus turístico” sigue estando injustificada. Es una manera cómoda -sobre todo cómoda para los que tenemos piernas de más de cincuenta años- de echar un vistazo superficial a los tesoros de la urbe.

Después del primer circuito -un par de horas escasas- se puede bajar y subir del bus eligiendo dónde demorarse con ganas y dedicación.

 

 

La Plaza Rossio es el centro neurálgico de la capital lisboeta; de aquí parten calles peatonales con renovados comercios en la parte baja y el decadente edificio permanente en su parte alta. No puede cambiar la ciudad, ni remodelar su estética -por lo menos en el centro histórico-; parece que tiene que seguir teniendo el mismo sabor “a viejo” que ya tenía hace veinticinco años, cuando la visité por última vez.

 Los mismos comercios viejos junto al imperio de los que “cortan ahora el bacalao”.(Luego hablamos del bacalhau)

 

 

 

El elevador de Santa Justa domina el distrito comercial y una larga cola de turistas espera pacientemente para auparse en su ascensor; obvia decir que lo obviamos olímpicamente y decidimos trepar al Barrio Alto a partir de Chiado, por sus cuestas rompe-piernas donde, al subir, estoy ya temblando de cómo haré para no romperme la crisma al bajar. En la puerta de la iglesia de la plaza la mendicante oficial -como en todas las puertas de las iglesias del mundo-, una anciana muy mayor vestida de negro acuclillada en las escaleras, pide limosna extendiendo una mano mientras con la otra sujeta un móvil. Supongo que será para salir por piernas cuando le avisen de que llega “la madera”… en cualquier caso, me da reparo sacarle una foto.

En un abrir y cerrar de ojos hemos dejado atrás a los ejecutivos de los bancos y a las chicas elegantes para adentrarnos entre calles estrechas, que siguen siendo de uso para vehículos donde te pasan rozando literalmente, de lo estrechas que son las aceras. Un mundo eterno suspendido sobre las numerosas colinas de la ciudad, subir y bajar constante, escaleras viejas y empedrados seculares.

 El mirador de San Pedro de Alcántara ofrece al viajero cansado el regalo de unas hermosas vistas sobre la ciudad (mucho mejor que lo de Santa Justa). Allá enfrente el Castillo de San Jorge, un poco más a la derecha la Sé (Catedral) y al fondo el río Tajo, Tejo a su paso por Lisboa, tan ancho, tan enorme que diríase mar.

Callecitas que serpentean en equilibrio difícil, donde han asentado de cualquier manera las mesas de los pequeños restaurantes al aire libre, descanso a la sombra, espera paciente a que se cocine un arroz con pescado y se asen cuatro sardinas que parecen obras de arte (De Damien Hirst, por lo menos). Picando queso y aceitunas, bebiendo cerveza, la espera -que comprendemos ahora va a ser la tónica habitual en cualquier sitio de restauración- se hace menos eterna, pero no menos larga.

En el “Solar do Duque” en la Rua del mismo nombre nos dan de comer copioso hasta la saciedad por menos de 20€ por cabeza. La cazuelita con el arroz de la foto era ración individual…!qué barbaridad!

 

 

 

Son ya las seis de la tarde y el cuerpo pide cuartelillo antes de inaugurar
el turno de noche que, esperamos, incluirá una buena sesión de fados. Pero llegando al hotel en taxi -siempre en taxi, no vale la pena desesperarse en Metro o Autobús porque las tarifas son perfectamente asequibles para un bolsillo donostiarra- comienza a llover escandalosamente, casi con desesperación, lo que nos obliga a posponer el plan nocturno y aplicar el “plan B” que todo buen viajero debe llevar en su equipaje. Consiste éste en una palabra mágica: DESCANSAR.

Las nueve de la noche es el momento de salir a cenar algo simple en los alrededores del Hotel -Avenida Joao II, el equivalente a la nueva “ciudad fantasma del futuro” que construyeron con motivo de la última Expo-mientras los paraguas (ajenos) vuelan como gaviotas y nuestra ropa se moja en un simple cruzar la calle.

!Qué placer retirarse pronto, sin apurar el día como si fuera el último que vamos a vivir! Hay que saber romper el ritmo del viaje…para volverlo a tomar al día siguiente.

Hemos tenido tiempo de ponernos al día -más o menos- de la situación del país lusitano. Parece ser que estarían a favor de unirse a España como estado federado, según una encuesta realizada hace pocas semanas. !Por todos los dioses! !Nos hundiremos todos juntos en distintos barcos! El taxista que nos ha llevado de vuelta al hotel nos cuenta su vida en dos capítulos: nº1.- Es periodista. nº2.- Ahora es taxista. Y no tendrá ni cuarenta años…

En fin.

LaAlquimista

Fotos: C.Casado

Por si alguien desea contactar:

laalquimista99@hotmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


septiembre 2012
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930