


Yo he presenciado demasiadas escenas de violencia doméstica, esperando, rezando desesperada porque imperara la conciencia de que lo que estaba ocurriendo era la reproducción del esquema de la frustración que se expresaba volcándolo sobre el más débil, sobre el que quería más… pisoteando la razón, la dignidad y la honestidad. En ese mismo contexto mis propios errores los he purgado hasta la saciedad. Como no podía –ni debe- ser de otra manera.