Celebrando la vida. Gracias por existir | A partir de los 50 >

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Celebrando la vida. Gracias por existir

 

Mi particular forma de ser me acerca irremediablemente a todo tipo de celebración íntima y personal; podría decir que incluso algunas me las he “inventado” porque me emociona tener días en rojo en mi calendario vital, que los negros ya vienen de serie. El plenilunio, los solsticios, la primera flor de primavera y la última del otoño, la nieve y el sol de invierno. El día de los enamorados y el del libro, la fiesta del vino y la de la castaña. La noche más larga y los bailes de las brujas, y además algunas tradiciones.

Hoy es un día muy importante en mi biografía. Se repite cada año desde hace treinta y dos y lo dedico al recuerdo sin nostalgia y a la celebración de la vida. De la vida de la que fui vehículo para que mi primera hija viera la luz de este mundo. Ella fue concebida con mucho amor, con todo el amor que son capaces de sentir dos personas que se quieren, el mismo que ahora ella comparte con su compañero del alma. Nació a las doce y diez del mediodía entre risas y música; nos reíamos los allí presentes: su padre, el médico y yo.

Nos habíamos preparado los tres para un parto natural, sin ningún tipo de anestesia, deseando dar a la criatura que ya estaba –sobre todo que ya era– la mejor y más cariñosa de las bienvenidas. Con la fuerza y el tesón de mis veintisiete años seguí fielmente los ejercicios de preparación al parto; hice yoga durante todo el embarazo, cuidé mi salud en todo lo que me fue posible, le fui tejiendo al bebé una cuna emocional para que, cuando posara su cuerpecito en ella, supiera que había (re)encontrado su sitio.

Las respiraciones y jadeos bien administrados me provocaban risa porque mi compañero en la realización del milagro pretendía hacerme los coros y yo perdía el ritmo y me aturullaba y entonces era el médico el que nos daba la entrada otra vez y vuelta a sacar aire por la boca y emoción por todos los poros.  Fue un alumbramiento “sui generis” puesto que decidimos salirnos del círculo hospitalario habitual porque deseábamos realizar un reportaje fotográfico del mismo, cosa que la Administración al uso nos prohibió taxativamente, así como la presencia del padre en el paritorio por ser ésta -en aquellos tiempos- costumbre poco extendida o permitida.

Nunca podré olvidarme de aquel treinta y uno de Enero de Mil novecientos ochenta y uno. Ni de la cabecita que asomó a mi vida, con un pelo en el que se podían hacer rizos, inundando de luz el espacio amoroso que le aguardaba. Mi niña, nuestra niña, llevaba nueve meses de amor en su haber cuando nació; nueve meses de música y canciones, de deseos susurrados y palabras emocionadas. Compartió nuestro espacio afectivo desde la primera ecografía hasta que nos dedicó la primera sonrisa. A partir de ahí, el amor se convirtió en leche materna, caricias paternales, emoción y felicidad compartida en un círculo, que hoy en día sigue, a pesar de que su padre se fue a otra vida, a otro plano, para seguir amándola desde allí.

Hoy es mi día de fiesta y también el de mi hija Xixili. Lo celebraremos juntas en el corazón porque hemos aprendido a desdeñar la distancia. Yo le volveré a dar las gracias por haber llenado de luz mi vida y ella me dirá que soy su “mmmy” querida.

Nos haremos mutuamente, un año más -como una promesa infatigablemente amorosa-, el regalo de sentirnos unidas en lo más hondo. Yo le debo a ella toda la energía que me aportó su existencia para afrontar los momentos más oscuros de mi vida; le debo agradecimiento por no haberme juzgado cuando bien podía haberlo hecho y también las ganas de compartir  –algún día- a los hijos a los que ella sirva de vehículo de amor para venir a vivir esta vida, siempre tan hermosa al final.

Nueve mil kilómetros nos separan en el mapa; sin embargo, la siento aquí mismo, al lado, mucho más dentro que cuando estaba en mi vientre y su sonrisa no había podido más que imaginarla.

Queramos a nuestros hijos sin mesura, nada puede llenar la existencia de sentido tanto como el amor entregado; que no se conviertan en  huérfanos en vida,  pase lo que pase, por muchos que sean los problemas o duro el desencuentro, amémosles por encima de todo.

Que no sufran ellos lo que sufrimos en nuestra generación, la ocultación de sentimientos, la ausencia de abrazos, besos, “te quiero” y cualquier demostración de afecto y amor. Ellos no tienen que dar por supuesto que les queremos, no basta con alimentarlos y sacarlos adelante, tienen que saber que jugamos en su mismo equipo y que cuando triunfen saltaremos de alegría con ellos y cuando tropiecen estarán nuestros brazos listos para sostenerles, sin reproches, ni reconvenciones; con aliento optimista, con ánimo orgulloso y, sobre todo, con las palabras justas para expresarles nuestro amor. 

Hoy también es mi día de fiesta feliz.  

Gracias por existir, Xixili.

Tu madre.

(Algunas veces Alqui)

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


enero 2013
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031