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Cecilia Casado

A partir de los 50

Oportunidades perdidas (o ganadas)

 

La vida está formada por un entresijo enmarañado de circunstancias difícil de prever o desentrañar; la mayoría de los hechos que nos acaecen y en los que participamos forman parte de una urdimbre que está entrelazada con otros hechos que están ocurriendo o que pueden ocurrir y no tenemos la capacidad ni de darnos cuenta ni mucho menos tomar las riendas.

El día que me invitaron a una boda de compromiso y pergeñé la excusa del siglo para no asistir puede que me perdiera la oportunidad de conocer a mi próximo compañero en el viaje a Itaca y nunca más vuelvan a cruzarse sus coordenadas y las mías. También puede que me librara de ser mi coche el que resultó aplastado por el camión que perdió el control justo en una de las curvas de la carretera que llevaba al restaurante donde se celebró el evento.

 El verano pasado fui exhortada por un grupo de amigos para acompañarles en un “viaje iniciático” por tierras asiáticas, pero como el esfuerzo económico me pareció excesivo –aunque ¿qué es excesivo en la vida excepto el hecho en sí de vivir?- decidí rechazar el ofrecimiento y privarme de una aventura que sabía me iba a fascinar. Uno de ellos volvió enamorado y otra muy enferma. Circunstancias ambas de las que yo también hubiera podido participar y “me libré”.

 ¿Es mejor participar en todos los planes posibles o quedarse en casa “por si las moscas”? Cada vez que digo que “no” a un plan me queda la incertidumbre de si me estoy perdiendo algo o…lo estoy ganando.

¡Si tuviéramos una bola de cristal, aunque fuera pequeñita!

 Supongo que todas estas cavilaciones mías tienen como respuesta a la existencia del azar, -que por cierto viene de la palabra árabe azzahr “flores”- o las casualidades de andar por casa en las que siempre me he resistido a creer pensando que era mejor sentir que podían transformarse en “causalidades”.

 Todo esto viene porque hoy me han invitado el próximo sábado a hacer una excursión con un grupo de gente encantadora pero que, debido al descalabro que he tenido estos últimos días en mi salud, no me apetece hacer, prefiero el calorcito y la comodidad de quedarme en casa escribiendo, leyendo, soñando sin riesgo a resfriarme. Y le he dado mil vueltas…

 -”¿Voy o no voy? ¿Y si resulta que me estoy privando de algo maravilloso o de tener una experiencia positiva sólo por pura comodidad?”

 No he dado en pensar que podría estrellarme con el coche ni que me cayera encima un alud de piedras, tan sólo se me ocurre elucubrar sobre lo bueno que puedo perderme por no estar ahí, por haber dicho que no…de momento.

 Y me viene a la cabeza cuando me llamaron –hace un par de semanas- para participar en un programa televisivo de por aquí y dije que no porque, simplemente, no me apetecía en absoluto la movida.

O del viaje que he pospuesto sine diae a Paris reclamada por un proyecto literario –pequeño proyecto- que, sinceramente, me da muchísima pereza encarar.

 ¿Adónde van todas mis oportunidades perdidas? ¿Es el azar quien decide por mí o el uso de mi libre albedrío cuando yo digo “sí” o digo “no” lo que determina las consecuencias? ¿Son acaso oportunidades ganadas?

 Yo formé parte en otros tiempos de ese grupo disparatado de personas que “se apuntaban a un bombardeo”, que no dejaban escapar presuntas oportunidades de divertirse, de experimentar algo nuevo que pareciera interesante, de viajar con poco o mucho equipaje empujada siempre por la inquietud y la curiosidad. Ahora me lo pienso más; sopeso pros y contras, me dejo llevar por lo que me dice mi voz interior, me he vuelto muy selectiva, ha entrado en mi vida la prudencia.

 Y, sobre todas las cosas, he aprendido a decir que no y a ser egoísta cuando así me lo pide el cuerpo. ¡Qué le vamos a hacer si voy sembrando mi camino de oportunidades perdidas!

 En fin.

 LaAlquimista

 Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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