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Cecilia Casado

A partir de los 50

El arte de hacer torrijas (por no decir otra cosa)

 

Las torrijas son a la Semana Santa como la sangría al verano o el turrón a las navidades: imprescindibles. Pero claro, hay torrijas y torrijas, para qué vamos a engañarnos y también hay quien se conforma con las de “imitación” o poco fuste, como vamos a ver.

 

Para entendernos me gustaría hacer una comparación con algo que todos conozcamos y en lo que seamos duchos, osease, aquello en lo que no admitimos consejos porque tenemos nuestra propia “receta” perfecta y que no cambiaremos por nada del mundo.

 

Las torrijas me recuerdan mucho a las “faenas amatorias”; y me explico. Las hay hechas con pan de molde del barato, sin tomarse el trabajo de unos buenos prolegómenos, arrojadas a la sartén con aceite vulgar demasiado caliente y vuelta y vuelta, ponte bien y estate quieta, te las ponen en el plato en un pispás y se acabó lo que se daba en dos bocados. Una chapuza sin gracia ni salero que, seguramente,  todos y todas habremos alguna vez tenido que tragar con cara de circunstancias y encima dar las gracias…

 

Luego están esas otras torrijas, también hechas con pan de molde, pero del artesanal; es decir, otra birria pero que nos la intentan colar como si fueran delicatessen. Le ponen aceite de oliva en exceso y las empapan en la miel del arrobo de las palabras para disimular la falta de savoir faire y acaban también en dos bocados en el estómago del olvido. Esas cuestan más caras que las primeras pero siguen siendo lo que yo llamo: “torrijas para hoy, hambre para mañana”...

 

También de pan de molde, “especial para torrijas”, son el nuevo invento que está de moda entre quien no quiere comprometerse entre fogones -ni amores- y salir con bien de un brete que no admite desconcentración ni ingredientes ultra-rápidos. Digamos que parece que ya vienen hechas de fábrica, con el azúcar adosado, la miel envasada al vacío y pre-cocinadas, es decir, que tan sólo hay que darles un mareo en la sartén para poder hincarles el diente. Pero tiene que ser rápido-rapidito porque se revienen a los cinco minutos de ponerlas en el plato…o donde sea. Un fiasco, de verdad, pero me temo que son el signo de los tiem

 

Y es que las “torrijas de Semana Santa” son un plato de repostería tradicional casera donde las haya, donde no valen medias tintas ni apaños de última hora. Para que salgan bien y estén deliciosas y, lo que es más importante, nos queden ganas de repetir, es imprescindible utilizar pan del día anterior; es decir, nada del “aquí te pillo, aquí te mato”, sino que hay que cortar unas rebanadas en su punto que se van a ir remojando con paciencia y buena mano en la leche calentita con sus aromas de amor al trabajo bien hecho. Y que reposen unas cuantas horas, que se asienten en sus jugos dejando que estos se esparzan uniformemente por toda la superficie de las rebanadas de pan que, señal inequívoca de que la faena va haciéndose bien, irán esponjándose hasta quedar hinchadas, emulgentes, pidiendo a gritos o en silencio darse un baño en la sartén del fuego lento y duradero recubiertas por el dorado regalo del huevo batido con buena mano y mejor paciencia.

Del fuego saldrán doradas, crujientes en los bordes y derritiéndose en el centro, invitadoras a la lujuria que lleva implícita el “pecado” de la gula que, en estos tiempos de zozobra y mal hacer en general, es uno de los pocos placeres que nos quedan a los humanos y humanas que seguimos disfrutando de…unas torrijas bien hechas. O ya que estamos en Semana Santa…!como Dios manda!

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

laalquimista99@hotmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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