El cuento de los miércoles. "Desde Bilbao al más allá" | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

El cuento de los miércoles. “Desde Bilbao al más allá”

 

“Mi querido Javocha:

 Hoy hace ocho años que te fuiste, nunca me olvido de la fecha, aunque el recuerdo que de ti tengo no depende del calendario sino de toda la risa que compartimos cuando  nos dedicábamos a arreglar el mundo o hacíamos carreras a ver quién tenía la cuita más grande por contar. Todo ello entre vinitos ricos y gambas blancas en el Bilbao de tus entretelas que, una y otra vez, me invitabas a visitar para ver si se me quitaba un poco el mustio polvo donostiarra.

 Como buen bilbaíno que fuiste, siempre ejerciste como tal: una vez me dijiste que me habías enviado por paquetería “algo de embutido” y estuvimos comiendo en casa chorizo, lomo y salchichón de Salamanca durante cuatro meses seguidos. Y cada vez que iba a verte me dabas una vuelta por los mejores sitios, me presentabas a todo el mundo, me hacías reir todo lo atrasado y luego, como quien no quiere la cosa, comenzabas a hablar de la muerte, uno de tus temas. Decías que como no te gustaba el futbol –es decir, eras un bicho raro que no se enfadaba cuando el Athletic  perdía- y conmigo no se podía hablar de libros porque ya me los había leído todos, no había mejor manera de trasegar el Viña Real Oro, al que eras fiel como una oveja enamorada, que hablando de lo que había después más allá de “las siete calles”.

 Ocho años hace hoy que te fuiste en un visto y no visto, tres días de hospital y adiós para siempre; me llamó tu hija y antes de llegar ya te habías envuelto en silencio, tú, que no callabas ni debajo del agua, siempre con tu risa, tus sarcasmos, tu cariño entregado “a pesar” de mis defectos donostiarras, que bien que te cobré esa broma mil veces, porque las chulerías amistosas se pagan en Moët o Mumm, según el mercado. Pues decía que no te pienses que me acuerdo de ti cuando vuelvo a Bilbao, sino que voy a Bilbao cuando me acuerdo de ti y siempre me toca pasar por tu calle y por tus sitios preferidos y algunas veces, a pesar de los años transcurridos, siento todavía la sensación de que me voy a tropezar contigo en Mazarredo o a la vuelta de Máximo Aguirre, cuando atravesábamos el parque para charlar lejos del bullicio que de vez en cuando nos molestaba para nuestras confidencias.

 Lo que no soporto es pasar por Jardines de Albia; en esa iglesia lloré durante la hora y pico de tu funeral a pesar de que sentía que tú no lo querías así, pero fue todo tan repentino que me pilló desprevenida aunque ya habíamos hablado muchísimas veces que la enfermedad que llevabas en sordina un día nos daría un disgusto a todos los que te queríamos.

 Bueno, Javocha, pues que han pasado ocho años y todavía no me has enviado ninguna señal de que estés ni bien ni mal sino todo lo contrario; que decías que tenías tus dudas sobre lo que habría “más allá de Bilbao” y parece ser que, o no me lo quieres contar o no tienes cobertura. Y ya es de extrañar porque siendo de Bilbao de toda la vida es inconcebible que no haya una línea directa con lo que has dejado atrás.

 Pero que sepas que me sigo acordando de ti y mucho. Fuiste mi mejor amigo pero con diferencia. Tus hijas y las mías pensaban que había “algo más” entre nosotros, pero ese “algo más” fue lo más grande que existe: la amistad pura.

 Por eso hoy, tres de Abril, te escribo esta carta en plan distendido –como tú siempre hablabas conmigo- para decirte que doy por recibido el mensaje; es decir, que no hay mensaje. Así que levantaré mi copa hoy por ti y desde el fondo de mi corazón te volveré a enviar el “te quiero” que nunca te dije con palabras hasta que te fuiste.

 Me queda tu risa.

 Mucho amor desde Donostia para mi bilbaino favorito.”

 *Dedicado a mi gran amigo Javier De la Fuente.

 LaAlquimista

 Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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