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Cecilia Casado

A partir de los 50

El negocio del “pintxo-pote”

 

Empezó como una bonita historia de amor, de esas en las que cada uno pone encima de la mesa lo mejor de sí mismo y el otro lo acepta y recibe y comparte con la ilusión esperanzada de haber inventado algo hermoso. Empezó tímidamente en el barrio viejo de Amara y fue extendiéndose por toda la ciudad, arraigando en el también viejo barrio de Gros. Ya va para dos años y de ser una iniciativa emprendedora para reactivar el consumo, está pasando a convertirse en un negocio puro y duro para los bareros (algunos) avispados.

Ayer estuve formando parte de la marabunta que invadió Gros a partir de las siete de la tarde, colapsando la circulación de vehículos en algunas calles y la de viandantes en casi todas. Llenando aceras, portales y vanos de tiendas de plástico y vidrio, colillas, papeles y demás desperdicios. Supongo que los vecinos estarán hasta los mismísimos de la bronca que se monta y supongo también que no se atreverán a decir ni mú para que no los tilden de aguafiestas y enemigos del consumo.

Pero a lo que voy.

Que quede claro que no estarán todos los que son ni serán todos los que están en mi comentario, pero en pocos meses la cosa ha degenerado en bastantes establecimientos, pasando a ser de algo simpático, rico y barato, a una especie de “txerrijana” generalizada. Todavía quedan algunos bares –los de categoría- que sirven el verdejo en copa de cristal, la caña en vaso y los pintxos en platito. Pero hay otros bares –la mayoría y sin citar nombres, pero todos los adeptos al pintxo-pote de Gros ya sabemos cuáles son- que han decidido dar vino del más barato y peleón en vaso de plástico y los pintxos son una especie de “rancho de cuartel” que sale de la cocina con muy poco gusto y cariño en su preparación.

Pagar dos euros, pues ya son dos en todos lados, por un culín de vino o un botellín de cerveza y una croquetita o una rebanadita de pan con un poquito de ensaladilla encima o un trozo de tortilla pues…está bien pagado se mire por donde se mire.

Insisto en que me resisto a dar nombres porque nada me va en este “negocio”, pero ayer lo pude comprobar una vez más. La calidad ha bajado en picado y como esto siga así, y con el veranito encima y la ciudad llena de guiris, dudo mucho de que se den cuenta de que van a matar la gallina de los huevos de oro.

Además, los establecimientos que “se niegan” a hacer pintxo-pote están justo al lado de los que sí lo hacen, ergo se benefician de la avalancha de personal a la que, al final, le da casi lo mismo pagar poco o mucho una vez envueltos en la vorágine del consumo.

De esta suerte, ayer mismo, en un bar pagamos dos euros por barba por un zurito en vaso de plástico y un pintxo impresentable, y a continuación, en el de al lado y en la terraza, justo el doble, también por persona, por un vino blanco de Rueda en copa de cristal y un pintxo de tortilla de patatas recién hecha. Es decir, lo de siempre; caro, muy caro o carísimo. Si es que no aprendemos…

Eso sí; el ambiente fantástico, mogollón de personal por todas partes, las terrazas a tope, me encontré con medio San Sebastián –el otro medio está pasando calor en otras provincias- y las risas garantizadas si le dabas fuerte al alcohol. Total para llegar a casa tarde, sin cenar y con el estómago pidiendo cuartelillo. Menos mal que lo mejor de la tarde/noche fue la compañía de mis queridas amigas…

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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