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Cecilia Casado

A partir de los 50

Miedo al sexo.


El sexo a partir de los cincuenta es pelín complicado. Digan lo que digan los que acaban de enamorarse y están viviendo una “pasión turca” de andar por casa. Digo que es complicado porque tanto las mujeres como los hombres experimentamos cambios físicos –y psíquicos- que nos enfrentan a una realidad inesperada (inesperada porque todos creemos que nos vamos a librar de ella… hasta que llega).

Las mujeres con las hormonas patas arriba y los hombres con la próstata, -esa maldita glandulilla en forma de castaña que cuando empieza a fastidiar no para-, ambos géneros y sin excepción se enfrentan al disturbio sexual a partir de cierto momento de la existencia. Disturbio porque es una alteración de la paz (sexual); disturbio porque supone una turbación de la psique cuando no se acepta o no se soluciona según la circunstancia de cada cual.

Luego están las ganas, que esa es otra y que poco tienen que ver con lo que pasa realmente en los entresijos del cuerpo humano, porque se producen de cintura para arriba, es decir, en el cerebro. También desde el cerebro se apaciguan los ardores y se toma la decisión de enterrar en vida a una parte de nuestro cuerpo.

Pero a lo que voy, que me disperso –y más hablando de estos temas.

No voy a entrar a analizar cada posibilidad, porque serían demasiadas y además seguro que no me las conozco todas, así que voy a simplificar.

¿Cómo hace una persona para tener sexo GRA TI FI CAN TE a partir de los cincuenta? Y pongo el adjetivo en mayúsculas y con acentuación especial porque no quiero hablar de chapuzas –previo pago o no- ni de “débitos matrimoniales” de obligado y aburridísimo cumplimiento. (Estos son bidireccionales, no lo olvidemos)

Demasiadas mujeres con el rollo de la menopausia y demasiados hombres con el rollo de la próstata, tiran la toalla antes de tiempo y se condenan a sí mismos –y a su pareja- a una castidad frustrante e innecesaria. En el polo opuesto están las personas que “salen de caza” cualquier fin de semana por la noche y, en bares de copas, bailongos o lugares ad hoc, se emparejan por unas horas con alguien que, también como ellos, necesita paliar una cierta soledad o sentirse “activo” o “deseado” ejercitando el penoso –pero no obsoleto- “aquí te pillo, aquí te mato” sin consecuencias emocionales o afectivas de ningún tipo.

Eso está al alcance de casi cualquiera con un poco de gracia y dinero para pagar las copas. Pero, la verdad, que alguien me propusiera acostarse conmigo estando ebrio me produciría un bajón de libido total y absoluto. Aunque bien es cierto que no puedo pretender inspirar amor a la vez que deseo así por las buenas, sin pasos previos ni trabajo añadido…

¿Qué hacer entonces? ¿Cómo enfocar la cuestión? Porque la vida sexual no se nos ha acabado –a pesar de las malas lenguas (y no es un chiste)-. Nosotras tenemos muchas soluciones y los hombres alguna que otra también, aunque sea pasando por la esteticién o por la farmacia a comprar “algo de color azul”.

Y los que no estamos casados ni tenemos pareja, parece que hubiera que retornar a aquellos tiempos pretéritos en los que el sexo se practicaba alegremente entre desconocidos sin más pretensión que darle gusto al cuerpo… Lo que ocurre, lo que de una manera especialmente digna de tener en cuenta ocurre, es que habiendo conocido el amor y disfrutado de las mieles sexuales junto con él, es muy difícil involucionar y volver al revolcón puro y duro. De hecho, el personal está poco por la labor, muchos (y muchas) todavía esperan volver a encontrar el amor romántico y que las sábanas se impregnen de sudores amantes para luego dormir abrazados soñando… con lo que sea.

 

Está mal el tema. Algunos se van a momificar en vida y otros…otros…¡no sé qué haremos los otros!

En fin.

LaAlquimista

 

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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