>

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Crecimiento personal. Aprender a “no entrar al trapo”


De las varias asignaturas pendientes que no sé si me va a dar tiempo a aprobar en esta vida, la que más me cuesta es esa de aprender a no reaccionar como movida por un resorte cuando algo me choca, me molesta o me incomoda y devolver a quien me “dispara” una andanada semejante; lo que se llama vulgarmente “entrar al trapo”. Posibilidades he tenido cientos, pero muy pocas han sido las que he aprovechado con beneficio para mi tranquilidad emocional.

Mi padre solía decir siempre una frase que a mí no me gustaba nada: “no hay mayor desprecio que no hacer aprecio”. Y digo que no me gustaba –y me sigue sin gustar- porque lo que yo quería era que no se metieran conmigo y punto. No me hacía falta alguna despreciar al otro, es decir, devolverle el golpe con la espada de la indiferencia.

¡Qué rabia da cuando no te dejan en paz! Sobre todo cuando has pasado de los cincuenta y parece que todavía quedan –por aquí y por allá- santos defensores de la moral, apóstoles de lo convencional o simplemente gente con el ego el triple de grande que el nuestro…

Porque son dos trabajos en uno; por un lado el runrún interno de ver cómo hay personas que se preocupan más de la vida ajena que de la propia y te toca en medio de la refriega y por el otro la necesidad personal de aprender a no dejarse afectar por lo que salpica. Y encima, callar.

Porque si no callas, si entras al trapo como un descosido, la poca o mucha armonía interior que hayas conseguido se va por el desagüe emocional rápidamente; porque si devuelves el golpe –aunque sea verbalmente- la satisfacción de haberle callado la boca al otro no dura más que el tiempo que tarda en disolverse el caramelo dulce de la soberbia. Y luego te sientes peor si cabe… O por lo menos, eso es lo que me pasa a mí.

¿Cuándo seré capaz de mirar a los demonios ajenos como si fuera una película en un cine? ¡Si me afecta directamente! ¡Si se están metiendo conmigo!

No es de hoy esta reflexión, no se me acaba de ocurrir el tema de este post; es, ya digo, una de mis asignaturas pendientes.

Hace poco lo hablaba con quien bien me quiere y mejor me aconseja.

-“No entres al trapo”, me decía, “piensa que quien te ataca se está atacando a sí mismo, es un problema suyo, no tuyo…”

Y yo lo entendía con la cabeza –que para eso la tengo-, pero mis tripas se rebelaban en un calambre de negación, a la vez que mi espíritu intentaba poner paz en el batiburrillo de emociones que me embargaba.

Porque ¿cómo mantenerse distante sin parecer arrogante? ¿Qué forma se le da a la humildad de no devolver “ojo por ojo” sin que parezca la otra cara de la soberbia?

Recuerdo a Ghandi y a su lucha pacífica. Su resistencia estaba en su fuerza y su fuerza estaba en la dignidad que nunca permitió le apalearan. ¿Humildad o soberbia? ¿Entrar al trapo o dejar que la ofensa pase de largo?

Hay también otra frase que me parece horrorosa por lo ofensiva:

No ofende quien quiere sino quien puede”. Que es tanto como decir que aunque alguien intente ofenderte, tú, en el fondo, le desprecias tanto que ni siquiera le das la categoría de mosca cojonera para incomodarte…

Es un tema difícil que me tiene preocupada últimamente. Así que mejor me voy a dar un buen paseo por la orilla del mar, pisando arena mediterránea que va limando las durezas de los pies… y las del alma.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


agosto 2013
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031