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Cecilia Casado

A partir de los 50

Día de boda

 

¿Qué puede haber en la vida tan enriquecedor como encontrar el propio camino del aprendizaje vital y poderlo transitar en paz? ¿Qué moverá nuestro impulso evolutivo tanto como el hecho de sabernos poseedores de valores humanos que nos ayuden a crecer?

Pienso en personas peculiares, diferentes, fuera del camino habitual del rebaño; pienso en seres que se empeñan en evolucionar a pesar de los muros que la sociedad pone frente a ellos. Pienso en dejar de lado viejos valores: poder, dinero, nombre, orgullo… Y pienso también en la posibilidad -cada vez menos utópica- de crear nuestro pequeño mundo a medida del sentimiento interior, con las puntadas justas y exactas que necesitamos para que la túnica que vistamos en el camino de la vida, el tránsito hacia lo que hay después -lo haya o no lo haya- esté lleno de pequeñas alegrías, de momentos felices, de oasis de paz interior que nos preserven de las enfermedades del alma que son las que siempre se reproducen en el cuerpo.

Estoy feliz y quiero compartirlo. Me siento plenamente orgullosa, y no sólo en lo más íntimo, de mi “chef d’oeuvre”, de esa hija maravillosa que ha levantado las alas para unirse en plena libertad a quien ya era su compañero de vuelo vital…

 

Hemos venido hasta Mexico todas las personas que les amamos; quizás faltase alguna con impedimentos de última hora, pero la voluntad de compartir generosamente, de ensalzar y ser testigos de su amor ha vencido la batalla de los abismos geográficos del mapa. De Tokyo a Noruega, de España y Europa y del propio Mexico, nos hemos juntado todos aquellos que amamos a dos personas que han decidido contraer un compromiso legal y realizar una promesa de amor en libertad.

Es lo que, comúnmente se llama, una boda.  Y es lo que a partir de ahora y grabado a fuego en nuestros corazones, será para siempre ”la boda”.

Se aman y quieren formar una familia…¡en estos tiempos en los que los valores humanos se marchitan como flores cortadas…! ¡Ahora mismo, cuando la palabra compromiso se asemeja a una sentencia de cadena perpetua…!

Hay que ser muy valientes, ellos son muy valientes, apuestan por el riesgo de amarse en lo cotidiano, por la tarea de ayudar al otro para ayudarse a sí mismos, quieren vivir desde lo más íntimo el proceso de construcción de un proyecto vital que incluirá nueva vida, un nuevo horizonte, sin límite alguno.

La gente se casa enamorada, pero no siempre se une amándose profundamente. Es por eso que las bodas son festejos -algunas veces- superficiales, sociales únicamente, llenos de excesos digestivos, de papeles perdidos por el alcohol, de máscaras con firma de vestidos caros y joyas de bisutería. Son pulsos de ver quién invita a más gente o en el lugar más caro para poder vanagloriarse de manera absurda. Bodorrios en los que -me consta- se adjunta a los invitados el número de la cuenta corriente junto con la tarjeta de invitación.

 

En esta celebración todo ha sido generoso; tanto, que no se han solicitado ni sugerido regalos porque el verdadero presente, la mejor ofrenda era únicamente poder COMPARTIR con las personas amadas uno de los momentos más felices de su vida en común. Por eso no sobraba nadie. Ha sido la primera vez en mi vida que he asistido a una boda en la que no había ningún invitado “de compromiso”. Ni familiares lejanos en lo afectivo ni gente socialmente cercana pero que se quedan -ambos grupos- en la superficie de las relaciones auténticas.

Cada participante -sin descartar a uno sólo- quería con el corazón entero a la novia, al novio o…a ambos. Y esa ha sido la maravilla de las maravillas, ver, sentir, percibir tanto amor en un espacio mágico, preservado, limpio de cualquier mal pensamiento o segunda intención. Ni críticas, ni cotilleo, ni palabras susurradas ni gestos disimulados. Hemos participado de una celebración al AMOR con mayúsculas que ha penetrado en el corazón de todos quienes hemos compartido el evento.

El recuerdo gráfico queda en los anales de la tecnología, pero la mejor “foto de familia” ha quedado en el corazón de cada uno. Sabemos que hemos creado nuevos lazos con seres llenos de energía positiva y estrechado otros lazos con quienes ya formaban parte de nuestro camino en la vida. El amor se ha hecho más grande, la generosidad encuentra su lugar exacto, la alegría desborda los límites que se han dejado de lado.

La ceremonia discreta, sencilla, sin decorados materiales, al borde del mar en la inigualable Isla Holbox, en el Golfo de México. Acompañados por un “Ah men” maya (el que comprende) que envió bendiciones a novios y asistentes. Con el mar bañando casi los pies -algunos descalzos- de quienes más sentir querían el contacto con lo auténtico y natural. El sol declinando para dar paso a una luna inmensa que iluminó con su mágica luz a quienes allí estábamos.

 

Los novios, bellos y hermosos, como sólo pueden ser dos personas que se aman en lo profundo, y cada quien sintiendo en su interior el deseo de poder aprehender parte de esa dicha, de ese amor, de esa fuerza vital.

Hubo comida rica, baile divertido y baño en el mar al amanecer. Al día siguiente…¡sorpresa! Los novios no habían partido acelerados para hacer su privada luna de miel sino que se disponen a compartir viajes y excursiones con familia y amigos del alma,  en un grupo compacto en lo amoroso y heterogéneo en lo demás. ¿Cuándo se ha visto un viaje colectivo tan profundo y tan hermoso a la vez?

 

Un paseo maravilloso por las islas de los alrededores y una barbacoa al borde del mar. Al día siguiente, paseo por las ruinas de la antigua ciudad maya de Chichén Itzá para instalarse -en campamento amoroso- en Mérida, en la casa de los recién casados. Desayuno multitudinario entre familia y amigos, baño en un cenote sagrado a muchos metros de profundidad, disfrute compartido de la riquísima comida yucateca, exploración de la ciudad extinta de Uxmal y sus ruinas mucho más asequibles que el jolgorio de Chichen Itzá…paseos, baños, comidas, siestas, risas, cantos…¡una semana de fiesta que no acaba!

Mi hija y mi nuevo hijo son así: peculiares y generosos, espirituales y con sentido común para hacer las cosas de forma que han sido ellos quienes nos han ofrecido el regalo de su unión a todos los que hemos tenido el honor de compartir.

Servidora como madre de la novia y mi hija Amanda como hermana volvemos a España con el corazón rebosante de felicidad…y orgullo por que nuestra Xixili del alma sea tan feliz y nos haya hecho a nosotras partícipes de sus momentos mágicos en la vida. Y a él, Alejandro, alma gemela que el Universo puso en el camino de mi hija, las gracias desde lo más profundo del corazón por compartir y tomar el testigo de toda la bienaventuranza que hemos deseado para la misma persona que amamos.

Las fotos se han quedado en la recámara del corazón… cerrad los ojos e imaginad. ¡También es posible!

La vie est belle!

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Fotos: álbum familiar

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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