¿De verdad que las normas están para saltárselas? | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿De verdad que las normas están para saltárselas?

Esta es la típica frase que todos habremos dicho alguna vez amparándonos en la nocturnidad de un sábado de juerga o en la más que impune juventud que casi todo lo admite y permite. Queda bonito eso de proclamar que “las normas están para saltárselas”…no sé a quién se le ocurrió, me imagino que a alguien que se las había pasado por el forro tantas veces que al final la sociedad le había pasado la factura y ya no le quedaba más que un triste pataleo de elevar sus palabras adonde ya no podían llegar sus actos.

Digo esto porque, ayer mismo como quien dice, me soltaron esa frase en plena cara sin previo aviso, cuando yo hice un comentario acerca de que estábamos cada vez más “rancios” en esta sociedad nuestra que todo lo regulariza y prohíbe. “Prohibido móviles, y perros, y fumar, y entrar con bolsas en el súper”. Y obligaciones del tipo, “Enseñe su bolso a la cajera, no hable con el conductor, pague antes de pedir en la barra”.

Entre lo que nos prohíben hacer y aquello que nos obligan a llevar a cabo, a veces –y sólo a veces- me hago un lío y me dan ganas de sacar el punto anárquico ése que guardo de épocas pasadas en lo alto del armario empotrado.

Más que nada porque cada vez veo más gente alrededor que “pasa de todo” y, consecuentemente, las normas por el arco de triunfo y, claro, tú ahí, coitadiña, esperando a que se ponga en verde el semáforo ese que se tira abierto para los coches cinco minutos seguidos –sí, los que hay que apretar un botón- y con el perro de cuatro kilos bien atado a la correa para que no ataque a nadie (broma) y haciendo la cola nefasta del colmado de la esquina porque han reducido plantilla, mientras ves –por este orden- que la gente cruza en rojo, que llevan los perrazos sueltos y que se te cuelan con cara de cordero degollado con un “sólo llevo dos cosas”… pues, la verdad, que me estoy planteando muchas cosas últimamente.

Entre ellas hacer un cursillo de concienciación para seguir siendo como soy y no dejarme arrastrar por cierta dejadez del entorno. Que si no me llamaría incoherente a mí misma, pero es que… ¿De verdad las normas están para saltárselas?

Por cierto que la gente nos saltamos las normas detrás de las que no hay un “vigilante de la porra”, es decir, las que no generan automáticamente un multazo que son las normas de convivencia, las de respeto al prójimo, las de una civilidad que ya casi nadie sabe qué significa y, mal que bien, acatamos las abusivas, impuestas y más que discutibles en algunos casos: meter dinero en una maquinita para aparcar el coche en cualquier calle de la ciudad, darle a Hacienda un porcentaje elevadísimo de nuestros magros ingresos para que ellos “lo repartan” a su criterio, pagar intereses usureros a un Banco por un préstamo de cuatro perras para comprar un coche de segunda mano. Es decir, aceptamos todas aquellas normas que, caso de no cumplirlas, nos generarían un terrible perjuicio en lo económico, en lo social y en lo personal. Vamos, que casi estamos ya en el extremo de que no robamos por miedo a que nos lleven a la cárcel…pero…el resto…

En fin.

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


diciembre 2013
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