Llueve y llueve... | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

Llueve y llueve…


La lluvia me torna melancólica. Me arrastra a las arenas movedizas de viejas fotos que ya se hundían en el olvido y me deja extenuada, con un cansancio que no se duerme sin sobresaltos sino con escenas en blanco y negro de cuando fui feliz y no sabía que era feliz.

Quizás esta mañana cubierta de nubes que azotan las ventanas con un agua feroz esté viviendo un momento privilegiado y no soy consciente de ello, quizás el ruido de mis ríos subterráneos, de mis alegrías que no se muestran, tardarán en encontrar el camino que los lleve a la mar, que es el morir.

Miro mis manos y miro la lluvia; miro mis manos y miro la vida y rescato del olvido la metáfora imposible de contener con ellas ni la una ni la otra… se está yendo más rápido que el repicar de las palabras sobre la mañana silenciosa.

Hubo un tiempo en el que los días grises y lluviosos tenían su sentido práctico, como si fueran la invitación al amor retenido entre sábanas húmedas y la vida se quedara fuera, sin nada que ofrecer, esperando su turno y la llegada del sol. O quizás fueron tiempos –no me acuerdo ya muy bien- de aventura bajo un paraguas para lavar penas viejas, camufladas las mismas aguas, lágrimas y lluvia, en un pequeño ritual de renovación emocional.

Hubo un tiempo…hubo un tiempo que ya no existe ni en los cuadernos ajados llenos de palabras que escribí cuando yo no era yo sino quien quería ser.

Acaso sea en los días de fiera lluvia cuando nos aparece en el espejo la persona que somos y que con los reflejos dorados del sol apartamos para no ver. Se me ocurre esta idea desde la imagen que me ha saludado esta mañana desde el azogue; ojos verdes y tristes, boca ausente de besos, la piel de un color que no está en mi paleta de colores. He sentido el deseo de llorar únicamente para romper el cuadro, para descongelar el instante y cerrar la puerta a un frío insidioso que se me acercaba desde algún lugar situado entre el corazón y la garganta.

Nos ocurre tan a menudo que ya hemos elegido el gesto audaz con que apartar estos despuntes de melancolía que sufrimos los que miramos llover como esperando el milagro.

Seguro que lo que escribo lo entiende quien necesita entenderlo porque está en el camino, consciente de este “viaje a Itaca” que es rico en experiencias y generoso con el dolor, profundo en lo humano y liviano en lo divino porque ni Kavafis ni Llach sintieron lo que nosotros sentimos cuando viene la lluvia a mojar lo que nos queda de esperanza.

Ahora llueve, un día tras otro, llueve sobre mi corazón que sigue formando parte de la naturaleza y al que no he provisto de más protección que las ventanas que me separan de la lluvia.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Fotografía: Cortesía de César Espinel

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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