Me gustan las películas largas; me gustan las películas largas y buenas, de esa manera tengo la opción de disfrutar más por el mismo precio. Así pues, cuando alguna cinta de más de dos horas recaba mi atención –por buenas críticas e incluso premios obtenidos- espero a que salga en DVD para poder visionarla tranquilamente desde mi sofá, que tres horas sin moverse, en la oscuridad, sin tomar una cerveza o ir al baño, son muchas horas.
Ayer mismo me puse a la cola –larguísima- en mi video-club para alquilar la película “La vida de Adèle”, del inefable Kechiche, ya que me habían gustado su anterior “Cuscús” y “La venus negra”. Decidí que ése sería “el plan del día”, prepararme un “picoteo” ligero y disfrutar de dos placeres a la vez: ver buen cine y comer.
Pero no pudo ser y todavía me estoy preguntando qué es lo que ha fallado en la parte cinematográfica de mi cerebro para haberme aburrido casi como una ostra en muchísimos pasajes de la película.
Para empezar diré que ya sabia de qué iba; del amor. Y ésas me gustan, prefiero las románticas a las bélicas, las que hablan de sentimientos en vez de agitarme la adrenalina con escenas impactantes, las que hurgan en el alma humana para sacarle los ángeles o los demonios que ahí habitan.
Es por eso que tengo que averiguar por qué me aburrí tanto, por qué empecé a detener el visionado y levantarme para ver qué hacía el perro o consultar el móvil o leer un email que me acababan de enviar…
¿Fueron las explícitas escenas de sexo lésbico las que me dejaron aplatanada sin proporcionarme el más mínimo interés sobre lo que ocurría en la cama/pantalla? Es esto lo primero que me pregunté, por supuesto, a ver si resulta que se activó un resorte interno desconocido en mí que me quería mandar un mensaje subliminal que, obviamente, tan sólo un buen psiquiatra sería capaz de interpretar…
¿Fue el hecho de que la protagonista se pasara toda la película moqueando y comiendo con la boca abierta y desplegando toda la gama de vulgaridades habidas y por haber lo que me molestó? ¿Quizás es porque mostraba un personaje normal y corriente, una chica de barrio sin gracia alguna, sin educación, sin curiosidad por el mundo, adocenada en un modo de vida vacuo, absurdo, superficial y vulgar?
¿Qué ha querido el director mostrarnos? En mi opinión nos ha mostrado a una actriz extraordinaria –Adéle Exarchopoulos que se merece que le den muchos premios más y le ofrezcan muchos buenos papeles en su fulgurante carrera. Pero aparte de eso…
Ah, ya sé, claro que lo sé; el truco ha consistido en ofrecer el visionado de una realidad sexual que tiene mucho morbo, muchísimo. ¡Quién no se ha preguntado alguna vez cómo se lo montan en la cama los homosexuales! Y con todo el respeto del mundo hacia cualquier opción sexual, considero que aquí hay gato encerrado, que este director, Abdellatif Kechiche, ha manipulado y utilizado algo tan hermoso como el sexo para conseguir…lo que él andaba buscando.
Que yo, sinceramente, no sé qué es…pero espero descubrirlo para dar sentido a las tres horas de mi vida que le dediqué.
En fin.
LaAlquimista
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