"Carnet de voyage" Perú. (II) Postales inevitables. | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Carnet de voyage” Perú. (II) Postales inevitables.

Al Perú se viaja para subir a Machu Picchu y sacarse la foto inevitable. Luego se cuenta la jugada a los amigos –mientras les damos de picar un poco de jamón y queso y vinillo rico que si no no vienen- y archivamos la efeméride en la “v” de viajes exóticos.

También está la opción del Perú de “ciencia ficción” que se extiende por los desiertos de la provincia de Ica; allí podremos sobrevolar en avioneta las líneas de Nazca.


O surcar las aguas del Pacífico en lancha motora hacia las islas ballestas para ver el impresionante Tridente (o Candelabro) de Paracas .

Y acudir al Museo Científico Javier Cabrera para extasiarnos con las mágicas e incomprendidas “piedras de Ica”.

*Con Ernesto Cabrera, hijo del fundador del Museo de Ica y artífice de la gran polémica suscitada con el origen de sus piedras.

Tres de los grandes enigmas de la humanidad se concentran en el mismo territorio y sería error pasar por alto toda la literatura –sesuda y de la otra- que se ha desarrollado alrededor de ellos. Los científicos no saben, no contestan. Y así está bien para que cada quien deje volar su imaginación hacia extraterrestres o dinosaurios que jugaban con seres humanos.

Un oasis en medio del desierto –Guacachina- ofrece la posibilidad de atropellar sus dunas en vehículos bogies que mezclan estómago y corazón en un brinco vertiginoso; también puede uno deslizarse por la duna, barriga en tabla, hacia el abismo del arenal. Le dicen diversión. Cuestión de opiniones.

 

Es obligado hacer estas cosas, acudir a estos sitios, cubrir la agenda viajera con los lugares comunes para luego darse cuenta de que –quizás- ha sido lo menos interesante de la jornada.

Mucho menos interesante que la hora cortita pasada sentada a la mesa de un tascucio in the middle of nowhere, charlando con un viejecito (lo parecía, lo juro, pero luego confesó tan sólo 62 años) que cuenta en un viejo español desgastado su vida solitaria porque la mujer murió “de mala muerte” hace unos años y el hijo, el único que le quedaba, se fue a España huyendo de la pobreza que les acorralaba y que de vez en cuando le envía unos dólares. Me señalaba con el dedo la ladera del rocoso pedregal donde se apiñaban casuchas de adobe (allí no llueve nunca, es el desierto), sin agua ni electricidad, donde todavía había un techo que le cobijaba del frío de la noche. Su trabajo: vender refrescos a los viajeros de las líneas de autobús que recorren la línea árida de centro a sur y vuelta. Lo justo para malvivir ya sin sueño alguno como no sea el de volver a ver a su magra familia.

-¿Usted cree señorita que yo podría vivir en España con mi hijo?

Y yo le contesto que sí, que por supuesto, que no deje de soñar con ello…porque me quedo al instante sin autoridad moral para decirle lo que pienso de verdad…

No hay poesía alguna ni en las fotos ni en el recuerdo. Es otra cosa. Se llama injusticia social…o divina, cualquiera sabe.

En fin.

LaAlquimista

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 Fotos: Cecilia Casado

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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